Psicología Esotérica II. La Ley del Sacrificio.
Psicología Esotérica II
Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)
Adaptada como <sugerencia> para el tratamiento y
estudio de las Adicciones.
La Ley del Sacrificio.
El tema que estudiaremos ahora es difícil
y suscitará controversias. El hilo que nos sacará del intrincado laberinto del
pensamiento y en el cual debemos por fuerza entrar, es el hilo dorado del amor,
de la comprensión, de las relaciones y de la conducta
grupales.
Nombre Exotérico.
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Nombre Esotérico.
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Símbolo.
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Energía de Rayo.
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1. La ley del Sacrificio.
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La ley de quienes eligen morir.
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La cruz rosada con un pájaro dorado.
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El cuarto rayo afluyente, energía unificadora.
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La ley del sacrificio es la primera de
las leyes que debe ser captada por la inteligencia humana y es la más
fácilmente comprendida por el hombre (porque está regido por y es consciente de
ella) y tuvo su primera y principal expresión en la era que va desapareciendo
lentamente, la actual era pisciana; esta ley siempre ha estado activa y en
vigencia en el mundo, pues es una de las primeras leyes subjetivas internas que
se expresan conscientemente como ideal activo en la vida humana.
Todas las religiones mundiales han
tenido por tema el sacrificio divino, la inmolación de la Deidad cósmica por
medio del proceso de la creación universal y de los Salvadores del mundo,
mediante Su muerte y sacrificio como medio de salvación y eventual liberación.
La ceguera y la influencia contaminadora del hombre separatista inferior son
tales, que esta ley divina del sacrificio se utiliza con la intención egoísta
de una salvación personal e individual. Pero la verdad disfrazada permanece
siendo la verdad inmaculada en su propio plano, y esta dominante ley mundial
rige a la aparición y desaparición de universos, sistemas solares, razas y
naciones, líderes y gobernantes mundiales, a los seres humanos que encarnan y a
los que se revelan como Hijos de Dios.
Veamos ahora si podemos interpretar o
definir la verdadera significación de esta ley, que realmente es la expresión
de un impulso divino, que conduce a una actividad definida, con sus
consiguientes y subsiguientes resultados y efectos. Este aspecto del sacrificio
condujo a la creación de los mundos y a la manifestación del divino Creador.
Para una mejor comprensión de la Ley
del Sacrificio será de utilidad expresarla por medio de palabras y términos
sinónimos.
Significa el impulso de dar. El
secreto de la doctrina del perdón de los pecados" y de la "expiación"
está oculto en esta simple frase. Es la base de la doctrina cristiana del amor
y del sacrificio. De allí el énfasis puesto en la era pisciana y la influencia
ejercida por el cristianismo sobre ambas cosas –perdón y expiación. Ciertamente
el hombre, como de costumbre, desfiguró e interpretó erróneamente la enseñanza
y la verdad, y fueron absorbidas, como comúnmente sucede en la actualidad, por
el espejismo y la ilusión del plano astral, más la influencia pisciana.
El pensamiento del hombre dominó y
distorsionó el ideal y produjo una doctrina tan condenable como la del elegido
de Dios, la del preferido del Señor, de los que podían beneficiarse por el
sacrificio y la muerte del gran Hilo de Dios, que debido a los méritos de esa
muerte vicaria, pasan a un estado de bienaventuranza en el cielo, simplemente
por su elección emotiva que ignoran los millones de seres que no han hecho ni
han tenido la oportunidad de hacer tal elección. La actividad simbólica del
gran Instructor de Nazaret será bien comprendida y su significación
convenientemente apreciada, sólo cuando sus implicaciones grupales se estudien
más cuidadosamente, cuando el significado del sacrificio y de la muerte ocupen
su correcto lugar en la conciencia humana y cuando la ley de dar, con todo lo
que ella implica, sea correctamente comprendida y aplicada. Quienes así se
sacrifican son:
La Deidad solar que dio Su vida al
universo, al sistema solar, al planeta y a los mundos manifestados que en
consecuencia aparecieron. La Deidad cósmica ha obrado del mismo modo, pero ¿qué
significado tiene para nosotros? Ninguno, excepto un símbolo. Fueron Su impulso,
Su voluntad, Su deseo, Su incentivo, Su idea y propósito de aparecer. Entonces
tuvo lugar el acto creador, comenzando con el proceso de la manifestación, su
cíclica existencia evolutiva. El Cristo cósmico fue crucificado sobre la cruz
de la materia y, debido a ese gran sacrificio, se les ofreció la oportunidad a
las vidas evolucionantes de todos los reinos de la naturaleza y los mundos
creados. Y así pudieron progresar.
Comenzó el trabajo en tiempo y espacio
y se inició la admirable marcha de los seres vivientes hacia la meta hasta
ahora ignota. No es posible dar la razón de por qué la Deidad decidió actuar
así. Nosotros no conocemos el ultérrimo propósito o plan, y únicamente en las
mentes iluminadas comienzan a aparecer aspectos de Su técnica y método. Quienes
saben más que nosotros, debido a su extenso ciclo de vida y a sus mayores
experiencias, insinuaron que comienza a despuntar una vislumbre de la intención
eterna y cósmica en la conciencia de Aquellos que han recibido algunas de las
iniciaciones superiores. Su naturaleza necesariamente permanece incomprensible
para el género humano. Todo lo que el ser humano inteligente puede captar,
echando una mirada retrospectiva a la historia del planeta (hasta donde puede
proporcionar la historia moderna) es que:
1.
Ha progresado la facultad humana de ser
consciente.
2.
Ha habido un refinamiento creciente y
paralelo de las formas de vida en los distintos reinos de la naturaleza.
3.
Se ha intensificado la actividad consciente,
dentro de una escala de vida acelerada y progresiva que, como se sabe, ha
llevado constantemente a trascender el tiempo tal como lo conocemos. Se ha
producido un amplio progreso de una dimensión a otra, y hoy hablamos en
términos de un estado de conciencia cuadridimensional y captamos el hecho de
que son maravillosamente posibles cinco o seis dimensiones.
4.
Se ha acrecentado el control científico de
los elementos en que vivimos y de las fuerzas de la naturaleza. Actualmente
hablamos del dominio del aire, así como hace quinientos años (cuando se lo
consideraba imposible) hablábamos del dominio de los mares. Contrarrestamos la
atracción de la fuerza de gravedad de la tierra a fin de poder "volar
hacia la faz del sol".
5.
Se ha progresado desde la vida instintiva de
la conciencia sensoria en la forma material, hasta la vida intelectual de los
seres humanos autoconscientes, incluyendo la comprensión intuitiva de los que
comienzan a actuar como entidades super humanas. Todo ello ha sido el resultado
de la actividad determinante y condicionada de la Gran Vida , que prefirió
sacrificarse y ser crucificada en la Cruz cardinal de los Cielos, a fin de
pasar una iniciación cósmica, la Cual, según nuestro punto de vista mediocre y
relativamente ignorante, está crucificada en la Cruz fija de los Cielos, y por
medio de la Cruz mutable, produce, no obstante, cambios durante el ciclo evolutivo,
para lograr el desarrollo de la conciencia, el refinamiento constante de la
forma y la intensificación de la vida que caracteriza Su creación.
Por lo tanto, se evidenciará por qué
la energía de cuarto rayo se relaciona con la Ley del Sacrificio y por qué en
este cuarto sistema planetario y en nuestro cuarto globo -la Tierra- se pone
tanto énfasis sobre la Ley del Sacrificio, "la Ley de los que eligen
morir". El cuarto rayo de conflicto (conflicto que eventualmente termina
en armonía) no es en la actualidad uno de los rayos que están en manifestación,
sin embargo -a la luz del ciclo mayor- este rayo es uno de los principales
factores que controlan la evolución en la tierra y en nuestro sistema solar,
que es de cuarta categoría. Esto, bien comprendido, nos dará una idea de por
qué nuestro pequeño planeta Tierra tiene aparentemente tanta importancia en el
sistema solar.
No es simplemente porque queremos
creerlo y con ello nutrir nuestro orgullo, sino porque el cuarto rayo de
conflicto y esta primera ley, son, en tiempo y espacio, factores predominantes
en el cuarto reino de la naturaleza, el reino humano. Nuestro planeta, el cuarto
en la serie de la divina expresión, con la cual estamos asociados, tiene una
relación particular con la posición de nuestro sistema solar en la serie de
sistemas solares que constituyen el cuerpo de expresión de Aquel del Cual Nada
Puede Decirse.
Nunca debemos olvidar que el cuarto
rayo de conflicto es aquel cuyas energías, correctamente aplicadas y
comprendidas, traen armonía y unificación. Esta actividad armonizadora produce
belleza, la belleza obtenida por medio de la lucha. Trae vivencia a
través de la muerte, armonía mediante la lucha y unión por medio de la
diversidad y la adversidad.
El sacrificio de los ángeles solares
trajo a la existencia el cuarto reino de la naturaleza. Los
"nirvanas que regresan" (según se los denomina en la literatura esotérica),
deliberadamente y con plena comprensión, tomaron cuerpos humanos a fin de que
esas formas inferiores de vida se acercaran más a la meta, y nosotros fuimos y
somos esos nirvanas.
Los "Señores del Conocimiento y
de la Compasión y los de la perseverante e incesante Devoción" -nosotros-
eligieron morir a fin de que las vidas inferiores pudieran vivir y este sacrificio
permitió que evolucionara la conciencia que mora internamente en la Deidad. Al abrirse camino
a través de los reinos sub humanos de la naturaleza esta conciencia necesitó de
la actividad de los ángeles solares para poder seguir progresando. Aquí reside:
a.
Nuestro servicio a Dios, por medio del
sacrificio y la muerte.
b.
Nuestro servicio a otras almas, por medio del
propósito deliberado de auto sacrificarse.
c.
Nuestro servicio a otras formas de vida en
otros reinos.
Todo esto implica la muerte y el
sacrificio de un hijo de Dios, un ángel solar, pues desde el punto de vista de
la Deidad, al descenso a la materia, la manifestación por medio de la forma, la
apropiación de un cuerpo y la expansión de la conciencia mediante el proceso de
la encarnación, se lo considera ocultamente que es la muerte. Pero los
ángeles "eligieron morir, y al morir, vivieron”. Debido a su sacrificio la
materia es ascendida a los Cielos. Éste tema predomina en las páginas de La Doctrina Secreta
y está expuesto más detalladamente en el Tratado sobre Fuego Cósmico.
El sacrificio de los ángeles, la
muerte de los Hijos de Dios, la inmolación del Cristo místico, la crucifixión en
tiempo y espacio de todas las entidades vivientes llamadas almas, es el tema
tratado en dichos libros. Es el misterio insinuado en las Escrituras del mundo
y el secreto de las edades, sólo descubierto por las almas de los hombres a
medida que cada uno individualmente se relaciona conscientemente con su propia
alma y descubre lo que ha realizado gozosamente en el pasado, llegando así a
comprender el supremo sacrificio realizado premeditadamente en los albores del
tiempo, y vuelve a repetirlo consciente y simbólicamente en alguna etapa de su
transcurso en la tierra como alma, para beneficio de otras almas, a fin de
acelerar su progreso hacia sus respectivas metas.
El Antiguo Comentario reza:
"Entró en la
vida y supo que era la muerte.
"Tomó una forma
y se entristeció porque era oscura.
“Se obligó a salir
del lugar secreto y buscó el lugar de la luz, y la luz le reveló lo que menos
buscaba.
"Esperaba
obtener permiso para regresar.
"Buscó el Trono
en lo alto y a Aquel que estaba sentado en él. Exclamó: ‘No buscaba esto. Buscaba
la paz, la luz, la libertad de servir, de demostrar mi amor y de revelar mi
poder. Aquí no hay luz. Aquí no hay paz. Dejadme regresar.'
"Pero Aquel que
estaba sentado en el Trono no volvió la cabeza. Parecía no
escuchar ni oír.
"Entonces desde
la esfera inferior de las tinieblas y del dolor, surgió una voz que exclamó:
‘Aquí sufrimos. Buscamos la
luz. Necesitamos la gloria de un Dios entrante. [Sólo he
hallado estas dos últimas palabras para poder expresar el antiguo símbolo que
estoy traduciendo.]
“Elévanos a los
Cielos. Entra, Oh Señor, en la tumba. Resucítanos a la luz y haz el sacrificio.
‘Derriba los muros de
la prisión y penetra en el dolor.'
"El Señor de la
Vida retornó. No le agradó, de allí el dolor."
La Ley del Sacrificio significa también:
RENUNCIAR A
LO ADQUIRIDO
Éste es el tema básico de El Bhagavad
Gita. En este tratado sobre el alma y su desarrollo, se enseña a "realizar
la acción sin apegos", estableciendo así las bases para posteriores renunciamientos
que pueden efectuarse sin dolor ni sentido de pérdida, porque se ha adquirido
el poder, latente siempre en nosotros, de desprendernos de las posesiones
adquiridas.
Esta ley actúa de diversas maneras y
sólo es posible indicar algunas de las significaciones generales que contienen
las principales lecciones que debe aprender todo discípulo.
Primero, el alma debe desprenderse de la personalidad. Durante
épocas, ésta se ha identificado con el yo personal inferior y, por intervención
del mismo, ha adquirido experiencia y mucho conocimiento. Llegará el momento en
que ese medio "no será tan apreciado" por el alma, y se invertirán
sus respectivas posiciones. El alma ya no se identifica con la personalidad, pero
ésta se identifica con el alma y pierde su cualidad y posición separatista.
Todo lo que ha adquirido en el transcurso de largos siglos de lucha y
contienda, dolor y placer, desgracias y deseos satisfechos y todo lo que la
rueda de la vida, girando incesantemente, ha puesto en posesión del alma, Todo
debe ser abandonado. La vida del discípulo se convierte entonces en una serie
de desprendimientos, hasta haber aprendido la lección del renunciamiento.
La secuencia consiste en lograr,
primero, el desapasionamiento, luego, la discriminación y, finalmente, el
desapego. Los discípulos deben meditar sobre estas tres palabras, si alguna vez
quieren cosechar los frutos del sacrificio.
"Habiendo compenetrado los mundos
con un fragmento de Mí Mismo, Yo permanezco". Tal es el tema del esfuerzo
del alma y tal es el espíritu que debe subsistir en todo trabajo creador. En
este pensamiento reside la clave del símbolo de la Ley del Sacrificio -una cruz
rosada con un pájaro que vuela sobre ella. Ésta es la cruz amada (el rosado es
el color del afecto), y el pájaro (símbolo del alma) que vuela libre en tiempo
y espacio.
Segundo, el alma también debe
desprenderse, no sólo de su atadura y adquisiciones logradas por el contacto
con el yo personal, sino definitivamente de su atadura con los otros yoes
personales. Los discípulos tienen que aprender a conocer a las personas
únicamente en el plano del alma, y aquí reside una dura lección para muchos
discípulos.
Pocos son los que se han preocupado de
sí mismos y lograron el desapego personal y no les interesa el contacto con el
yo personal inferior. Están aprendiendo a trascender todo eso, o lo habrán
trascendido en cierta medida, pero su amor por los hijos, la familia, los
amigos y los íntimos, es para ellos de suprema importancia, amor que los
mantiene prisioneros en los mundos inferiores.
No se han detenido a pensar que ese
amor es primordialmente amor a las personalidades y sólo secundariamente amor
por las almas. Contra esta roca, muchos discípulos se estrellan durante vidas,
hasta que llega el momento en que por el dolor, el pesar y las constantes
pérdidas de lo que más quieren, su amor entra en una faz nueva, superior y verdadera.
Se elevan por encima de lo personal y vuelven a encontrar -después de las
pérdidas y el sufrimiento- a quienes ahora aman como almas. Entonces se dan
cuenta que en vez de perder han ganado, que sólo ha desaparecido lo ilusorio,
efímero y falso, adquiriendo al Hombre verdadero que jamás volverán a perder.
Tal es el problema que frecuentemente
deben enfrentar los padres que se hallan en el Sendero del Discipulado y
aprenden, por intermedio de sus hijos, la lección que los liberará para recibir
la iniciación.
Retienen a sus hijos, y por ser esto contrario a la ley de la
naturaleza, les ocasionan desastre. Éste es el máximo egoísmo. Sin embargo, si
sólo pudieran saber y ver correctamente, se darían cuenta que para retener hay
que desapegarse y para conservar hay que liberar. Tal es la ley.
Tercero, el alma debe también aprender
a renunciar a los frutos, o a lo adquirido, sirviendo, y a servir sin apegarse
a los resultados, a los medios, a las personas o a las alabanzas. Trataré esto
más delante.
Cuarto, el alma debe también
desprenderse del sentido de responsabilidad por lo que otros discípulos puedan
hacer. Algunos ávidos servidores retienen a sus colaboradores y no quieren
perder el dominio que ejercen sobre ellos y sus actividades en el plano
externo. Éste es un error sutil que se oculta detrás de un sentido de virtuosa
responsabilidad y adhesión a los principios, tal como lo concibe el individuo,
y la acumulada experiencia del discípulo -que lógicamente es una experiencia
incompleta. La relación que existe entre los discípulos es egoica y no
personal. Es el vínculo del alma, no de la mente.
Cada personalidad sigue su propio curso, debe hacerse cargo de sus propias
responsabilidades, cumplir su propio Dharma, y agotar su propio karma, la cual
será responsable de sí misma ante su Señor y Maestro, el Alma. Y tendrá que
responder. ¿Esto en sí, infiere separación y soledad? Sí, en lo que a las
actividades externas concierne. La única forma de llevar a cabo un trabajo
unido consiste en que los servidores colaboren desde el punto de vista del vínculo
subjetivo interno.
Cuando el alma mantiene ese vínculo
interno y los discípulos se desprenden del sentido de autoridad sobre los demás
y de su responsabilidad por las actividades ajenas y, al mismo tiempo,
contribuyen mutuamente en el Trabajo Uno, entonces las diferencias, las divergencias
y los puntos d desacuerdo serán automáticamente superados. Existen actualmente
tres reglas de importancia para los discípulos:
Primero, no deben permitirse las
divergencias en las recíprocas relaciones internas, sino ha de permanecer
intacta la integridad del grupo interno de servidores.
Segundo, cumplir con el deber y
desempeñar cada uno su tarea, cargar con la propia responsabilidad y dejar que
los condiscípulos hagan lo mismo, libres del impacto del pensamiento y de la crítica. Los caminos
y los medios son muchos, y los puntos de vista varían en cada personalidad. El
fundamento del trabajo es amor hacia todos los hombres y servicio a la raza,
conservando al mismo tiempo un profundo amor interno hacia aquellos con quienes
se está destinado a trabajar. Cada alma progresa en el camino de la luz por
medio del servicio realizado, la experiencia adquirida, los errores cometidos y
las lecciones aprendidas. Eso debe ser necesariamente personal e individual.
Pero el trabajo es uno. El Sendero es uno. El amor es uno. La meta es una. Y
éstos son los puntos más importantes.
Tercero, mantener siempre en el
trabajo esa actitud mental que debe surgir de las dos reglas anteriores,
seguidas fielmente. Los puntos de vista y la conciencia del discípulo le pertenecen
y, por lo tanto, son para él correctos. Lo que le parece claro y de vital
importancia no es, necesariamente, del mismo valor o de la misma importancia
para sus hermanos. Aquello que para un discípulo puede ser un principio
importante, otro más avanzado, con una mente más capaz, puede interpretarlo
como aspecto de un principio mayor y una interpretación de un principio
correcto y apropiado en determinado momento, pero susceptible de ser aplicado en
distinta forma en otro momento y por otra mente. Bajo la Ley del Sacrificio
estas tres reglas pueden interpretarse de la manera siguiente:
1.
Abandonar o sacrificar la antigua tendencia a
criticar y a inmiscuirse en el trabajo de otro y, así, conservar la integridad
del grupo interno. Muchos planes para el servicio han sido desviados y muchos
trabajadores han sido también obstaculizados por la crítica más que por
cualquier otro factor.
2.
Abandonar o sacrificar el sentido de
responsabilidad por la acción de otros y, particularmente, de los discípulos.
Traten de que la propia actividad se ajuste a la de ellos y, en la alegría de
la lucha y por medio del servicio, las diferencias desaparecerán y se logrará
el bien general.
3.
Abandonar el orgullo mental que considera
correctas y verdaderas sus modalidades e interpretaciones, y las de los demás,
falsas y erróneas, lo cual conduce a la separación. Adhesión
al camino de integración, el del alma, no el de la mente.
Estas palabras son severas, pero
constituyen las reglas por las cuales los Instructores internos guían Sus actos
y pensamientos, cuando trabajan juntos y con Sus discípulos. La integridad
interna es lógicamente un hecho probado para ellos, pero no para los
discípulos. Los Instructores internos consideran detestables las diferencias
externas. Cada uno da libertad al otro para servir al Plan. Entrenan a Sus
discípulos (sin distinción de grado) para servir libremente al Plan, porque el
mejor trabajo se realiza cuando existe libertad y alegría más la fortaleza del amor
interno- colaborador. Ellos buscan la sinceridad y la disposición a sacrificar
lo menor cuando se percibe lo mayor.
Están guiados por el espontáneo
abandono de los ideales largamente sustentados, cuando se presentan otros
mejores y más incluyentes. El sacrificio del orgullo y de la personalidad los
impele a colaborar cuando comprenden la vastedad del trabajo y la urgencia de la necesidad. Es
esencial que los discípulos aprendan a sacrificar lo no esencial, para que el
trabajo pueda ir adelante. Aunque no sea bien comprendido, las variadas
técnicas, métodos y procedimientos, son secundarios en comparación con la gran
necesidad mundial. Hay innumerables modalidades y puntos de vista, experimentos
y esfuerzos que fracasan o triunfan, y todos aparecen y desaparecen, pero la
humanidad permanece. Todos evidencian la multiplicidad de pensamientos y
experiencias, pero la meta permanece.
Las diferencias existen siempre en la personalidad. Cuando
esta Ley del Sacrificio rija la mente, conducirá inevitablemente a que los
discípulos abandonen lo personal en bien de lo universal y del alma, que no
conoce separación ni diferencia alguna. Entonces el orgullo, la perspectiva
estrecha y miope, el placer de entrometerse (tan caro a muchas personas) y la incomprensión
del móvil, no impedirán la mutua colaboración como discípulos, ni su servicio
prestado al mundo.
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