La Dopamina en las Adicciones.

                                                                                  



La Dopamina en las Adicciones.

Consideraciones generales

Una droga es cualquier sustancia química, natural o sintética, que una vez ingerida altera la conducta, la percepción, modifica el estado de ánimo, aumenta o disminuye el rendimiento físico o psíquico. Su característica más importante es que crea hábitos, hay un deseo irreprimible de repetir su uso, porque confiere al hombre una sensación de bienestar.

La adicción a las drogas es un estado de alteración, a veces de intoxicación, provocado por la ingestión de una o varias drogas. La Toxicomanía es la intoxicación causada por distintos agentes como el alcohol, el tabaco o los alcaloides que perturban la vida y pueden llegar a destruirla.

Los motivos principales de todas las toxicomanías son el miedo al dolor y el ansia de bienestar. Todas las drogas que causan dependencia son nocivas para la salud y conducen a trastornos que se manifiestan por dolores internos, pérdidas del conocimiento y perturbaciones nerviosas cada vez más graves que terminan en crisis de alucinaciones y delirios, semejantes a los de la esquizofrenia.

Las bases neurológicas de la dependencia a las drogas están casi comprobadas. Se habla de una alteración en los niveles de dopamina en determinadas áreas cerebrales como principal causante de adicción. Las drogas adictivas pueden cambiar el cerebro de modos fundamentales, dice Alan Leshler, director de National Institute on Drug Abuse de Rockville (Maryland, USA), al producir ansia y consumo de drogas compulsivos e incontrolables.

¿Es la adicción a las drogas una enfermedad cerebral? Si es así, ¿Cuál sería un posible tratamiento? - Alan Leshner

La drogadependencia: ¿Es una enfermedad Cerebral?

El fenómeno fundamental de convertirse en adicto es un fenómeno biológico, por lo tanto, los principios subyacentes que describen la vulnerabilidad o la propensión a volverse adicto son universales.
No hay duda de que hay diferencias individuales en las experiencias de consumo de drogas, y que no todos se convierten en adictos con la misma facilidad; unos lo hacen con marcada rapidez, mientras que otros no. Esto dependerá seguramente de los genes y de otros factores como el ambiente, el contexto social y de la persona misma.

De acuerdo a un trabajo multicéntrico israelí, la predisposición a la adicción a la heroína o a cualquier otro opiáceo puede ser hereditaria: se ha encontrado en varios adictos un gen que codifica un gen de dopamina en el cerebro. Por años los científicos han tratado de profundizar en esta hipótesis pero no tenían las herramientas necesarias para hacerlo. Ahora son varios los genes de dopamina que se han relacionado tentativamente al abuso de las drogas y el alcohol (especialmente D2 y D4). Variaciones hereditarias en estos genes modifican la eficacia con la que las neuronas procesan dopamina. A consecuencia los científicos especulan acerca de la posibilidad de que un gen super eficiente transportador de dopamina "limpie" la dopamina de la sinapsis de manera extremadamente rápida puede ser este un factor que predispondría a algunos individuos al consumo de sustancias.

¿Cuán central es el rol de la dopamina en las diferentes adicciones?
Los científicos están tratando de averiguarlo. No es accidental, aseguran, que la gente sea atraída por las drogas. La mayoría de las drogas adictivas mayores, así sean estimulantes como la cocaína o depresores como la heroína, imitan la estructura de los neurotransmisores.

Los neurotransmisores son las sustancias que subyacen o que "están detrás" de cada pensamiento, de cada emoción, de los procesos de aprendizaje y de la memoria; ellas elevan las señales entre todas las células nerviosas del cerebro.

De los 50 aproximadamente neurotransmisores descubiertos hasta hoy, una buena cantidad, incluyendo a la dopamina, juegan un papel importante en las adicciones. Las neuronas que producen este mensajero molecular son sorprendentemente raras. Estas neuronas influyen en la actividad neurológica en varias regiones cerebrales, incluyendo el núcleo accumbens, una primitiva estructura que es una especie de "llave" del centro de placer cerebral. A nivel bioquímico, todas las experiencias que el ser humano encuentra placenteras (ya sea escuchar música, comer un chocolate, abrazar a un ser querido) se deben a un aumento, a una especie de "explosión" de dopamina en el núcleo accumbens.

La dopamina es una amina biógena, junto con la noradrenalina y la serotonina es una catecolamina que se sintetiza primariamente desde el aminoácido tirosina. Hay tres tractos dopaminergicos importantes en el Sistema Nervioso Central, a saber:

El tracto nigroestrial proyecta desde sus cuerpos celulares en la sustancia nigra sobre el corpus striatum; los cuerpos celulares del tracto tuberoinfundibular; y el tracto mesolímbico mesocortical proyecta desde sus cuerpos celulares en el área Tegmental Ventral (ATV), hacia la mayor parte de las áreas de la corteza cerebral y del Sistema Límbico.

Tanto la cocaína como el tabaco, el alcohol, la marihuana, la heroína, los barbitúricos, los inhalantes tiene su propio sistema receptor y mecanismos de acción comunes. Ese mecanismo de acción común es lo que en realidad es un circuito llamado el camino de la gratificación mesolímbico, que tiene un neurotransmisor que es la dopamina. Todas las drogas que provocan adicción estimulan este circuito de recompensa cerebral. Este circuito activa una región del Sistema Límbico que es la que regula la emoción y el comportamiento y es la que nos da la percepción de placer. Cuando las neuronas liberan ciertos neurotransmisores y se activan estos circuitos es cuando nos sentimos bien. Sin embargo, las drogas de abuso pueden alterar este mecanismo de recompensa. Lo que hacen estas drogas es enseñar a su consumidor a tomarlas una y otra vez. Es como un refuerzo del sistema de recompensa.

La utilización prolongada de una determinada sustancia puede modificar estos sistemas cerebrales ya que el cerebro necesitaría la presencia de sustancias exógenas para mantener su homeostasis. Inicialmente, el consumo de opiáceos aumentaría los niveles de dopamina, pero con el tiempo se necesita la incorporación de más sustancia para lograr el mismo efecto de euforia o placer.

Se han publicado varios estudios que demuestran que cuanto mayor es la activación del Sistema de Dopamina, mayor es la experiencia de euforia. Por lo tanto, se sabe que la dopamina es el elemento crítico y que toda sustancia adictiva modificaría los niveles de dopamina en esta parte del cerebro. La idea de que todo puede estar relacionado a una sola sustancia química ha interesado profundamente a los científicos y ha cambiado el modo de mirar una amplia gama de dependencias. La dopamina no es sólo un químico que transmite señales de placer sino que es también la más importante molécula involucrada en la adicción.

Esto no significa que la dopamina sea la única sustancia química que determina el abuso crónico de drogas, sabemos que el cerebro es mucho más complejo. Las drogas modulan una gran variedad de químicos cerebrales cada uno de los cuales interactúa con los demás. La hipótesis de la dopamina provee un marco de trabajo para entender como una clave genética (como la tendencia a producir poca dopamina por ejemplo) puede interactuar con el ambiente y crear una disfunción seria en la conducta.

La dopamina, como la mayoría de las moléculas biológicas importantes, debe mantenerse dentro de ciertos niveles esperados. Poca dopamina en ciertas áreas cerebrales desencadenan los temblores y las parálisis de las enfermedad de Parkinson; demasiada dopamina causa las alucinaciones y los pensamientos bizarros de la esquizofrenia.

En estos años se han encontrado mas evidencias que relacionan a la dopamina con la adicción a las drogas. A saber: las anfetaminas estimulan la producción de dopamina en las células; la cocaína bloquea una enzima denominada DAT cuya función normal es absorber la dopamina que descargan las neuronas siendo la consecuencia de este bloqueo un incremento generalizado de la dopamina en el cerebro; la heroína se une al receptor del neurotransmisor y estimula directamente los canales de refuerzo; la nicotina y el alcohol desencadenan una compleja "cascada química" que eleva los niveles de dopamina y además hay un químico desconocido en el cigarrillo que aumenta los niveles de dopamina bloqueando la enzima MAO B.

La dopamina, como ya mencioné, es más que una molécula de placer, también juega un extraordinario papel en lo referente al aprendizaje y a la memoria. El grado en que el aprendizaje y la memoria sostienen, por así decirlo, el proceso adictivo, está siendo estudiado.

Cada vez que un neurotransmisor como la dopamina llega a una sinapsis, los circuitos que gatillan el pensamiento y la motivación a la acción son disparados y esparcidos por el cerebro.
Además el neurotransmisor que mantiene la adicción es tan potente que las personas, objetos, situaciones y lugares en que se consumió la droga quedan impresos en la memoria. Se ha demostrado también que estimulados por el olor a tabaco los fumadores no pueden controlar la urgencia por prenderse un cigarrillo así como los perros de Pavlov no podían dejar de salivar.

El cerebro tiene varias formas de asegurar que el acto irracional de tomar drogas, que causa placer por estar involucrada la dopamina, vaya a ser reparado. Imágenes PET revelan que la absorción de la cocaína por las neuronas esta marcadamente reducida en los adictos a esta sustancia en contraste con sujetos normales. Una posible explicación sería la siguiente: las neuronas de los adictos, "asaltadas" por una anormal y elevada cantidad de dopamina responden defensivamente y reducen el número de receptores de dopamina. En ausencia de drogas estas neuronas probablemente experimenten un déficit de dopamina, lo que explica por qué los drogadictos empiezan tomando drogas para sentirse mejor para luego tener que consumirlas para evitar la sensación de caimiento y de malestar, como así también el porqué necesitan cada vez más sustancia para lograr el mismo efecto.

Otros estudios llevados a cabo en cocainómanos han demostrado una marcada inhabilidad para procesar glucosa (la mayor fuente de energía de trabajo de las neuronas) a nivel cerebral. Esta inhabilidad se da sobre todo a nivel de la Corteza Prefrontal, un área rica en dopamina que controla la conducta irracional e impulsiva.

Los adictos por lo tanto, presentan algunos síntomas de los pacientes que han sufrido isquemias o lesiones en la Corteza Prefrontal. Un daño en esta área del cerebro, como ya dije, destruiría el compás emocional que controla las conductas que el paciente conoce y sabe inaceptables.

¿Puede ser que los problemas de adicción a las drogas estén en relación con algún factor hereditario? ¿Puede ser que una incapacidad para absorber dopamina sea la causa de una preponderancia al consumo en los sujetos que presentan esta disfunción?

Estas son especulaciones controvertidas, por lo que sugieren que muchas personas estarían o están genéticamente predispuestas a abusar de drogas. Lo que si no es un tema controvertido es el costo social del abuso de drogas, que sea lo que sea que lo cause, es enorme: el tabaco aumenta el riesgo de cáncer y de problemas cardíacos; el alcohol es la principal causa de violencia doméstica; las agujas utilizadas por los cocainómanos y los heroinómanos para inyectarse las sustancias aumentan las probabilidades de SIDA.

Los americanos tienden a pensar que la adicción es una falla en el carácter. Pero este estereotipo está siendo dejado de lado actualmente para reconocer que la dependencia a las drogas tiene claras bases biológicas. Muchos científicos se atreven a decir que la adicción es una enfermedad cerebral que no es diferente de otros tipos de enfermedades mentales.

Podríamos pensar así a la dopamina como una recompensa que el cerebro distribuye a las redes neuronales para mejorar las opciones de supervivencia.

Reconocer que la adicción a las drogas es una enfermedad cerebral puede ser un factor clave para poner el problema del abuso de sustancias bajo control. Se necesita ver al adicto como alguien cuya mente (léase: cerebro) ha sido fundamentalmente alterada por las drogas. Si entonces podemos reconocer a la adicción como un desorden cerebral crónico se establece el foco de atención en el tratamiento médico. Desde que las drogas realizan cambios en los procesos cerebrales, el principal objetivo de tratamiento debe ser revertir y compensar dichas modificaciones.

Una terapia con medicamentos y de comportamiento podrá compensar el ciclo de la adicción que si se mantiene sin tratamiento, puede perjudicar a los afectados de por vida.

Como ejemplo de tratamiento médico a la adicción a las drogas utilizaré el tratamiento (valga la redundancia) que se utiliza en adictos a heroína. Antes de comenzar a hablar del tratamiento químico de los heroinómanos me parece de importancia hacer una breve reseña de lo algunos aspectos fundamentales de esta sustancia.

Conclusiones
Las drogas adictivas pueden cambiar el cerebro de modos fundamentales. Hay que separar el consumo inicial de la droga de la adicción. Si bien la adicción es el resultado del consumo voluntario de drogas, la misma ya no es un comportamiento voluntario, es un comportamiento incontrolable. De modo que el consumo y la adicción a las drogas no son parte de un solo proceso continuo. Uno procede del otro, pero el individuo pasa en realidad a un estado cualitativamente diferente. En algún punto del patrón de drogadependencia se dispara un switch neurológico. Cuando esto ocurre el individuo se mueve al estrato de la adicción.

El cerebro del adicto es distintivamente diferente al de un no-adicto. El uso prolongado de drogas causa cambios en las funciones cerebrales que persisten mucho tiempo después de que un individuo detiene el insumo de las sustancias. Se sabe que algunas medicaciones pueden compensar o mejorar los cambios en la capacidad de producir dopamina. Lo que todavía no se sabe es si mejoran hasta volver a la normalidad total.

En gran medida la sociedad ignora los aspectos neurológicos de la adicción, prefiriendo concentrar los comportamientos adictivos en motivaciones de carácter moral y social.

No obstante, si la adicción es una enfermedad neurológica, desde una perspectiva médica, debemos considerar los afectados como a los pacientes que sufren de otras enfermedades cerebrales como la esquizofrenia o la enfermedad de Alzheimer.

Con esto no quiero decir que debemos poner a los drogodependientes en alguna institución cerrada como se hacía con los esquizofrénicos a principio de siglo, sino que al igual que ellos los drogadictos necesitan de tratamiento médico que acompañe la terapia para que el proceso de recuperación se lleve a cabo satisfactoriamente.
Fundación Manantiales.

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