Alejar a jóvenes de la mariguana y solventes debe ser prioridad.
Periódico La Jornada
Lunes 20 de mayo de 2019, p. 13
Las cifras ofrecen la mejor dimensión del
fenómeno: en México, más de 3.5 millones de jóvenes entre 12 y 25 años han
fumado mariguana, y con una tendencia creciente. Para los adolescentes, los
efectos nocivos en el uso de cannabis está comprobado sobre todo en el
desarrollo cerebral. Además, el riesgo de caer en adicción es mayor.
El uso lúdico de la yerba en el país es
motivo de antiguas y encendidas polémicas respecto a su inocuidad o perjuicio.
La penalización se mantiene, aunque ha sido atenuada en años recientes, y
prevalece en muchos sectores el estigma social hacia los consumidores. Al mismo
tiempo, crecen y se multiplican las voces pidiendo regular (legalizar) la
libertad individual para su uso.
Pero en ese universo hay una sola
coincidencia: los adolescentes deben mantenerse alejados del cannabis, como de
cualquier otra droga.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de
Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-17, los datos oficiales más recientes,
en lo que va del siglo, el uso de la mariguana se ha quintuplicado entre los
jóvenes.
El doctor Óscar Próspero García, del
Laboratorio de Cannabinoides en la Facultad de Medicina de la UNAM, afirma: se
ha demostrado con técnicas de imagenología que quienes empezaron a consumirla
antes de los 20 años han tenido cambios en su cerebro que lo hacen menos
eficiente. En las regiones relacionadas con la formación de los recuerdos, las
estructuras (los hipocampos) se hacen más pequeñas y se comunican menos entre
sí y con la corteza prefrontal, y ésta es la que sirve para la toma de
decisiones. Por eso se observa que el coeficiente intelectual se reduce. Y en
la región parietal, una zona llamada precúneo, muy importante para generar
imaginación, creatividad, también se advierten daños.
De ese modo, puntualiza, los procesos
cognitivos que nos hacen adaptarnos al medio ambiente se ven deteriorados.
En el Instituto de Fisiología Celular de la
UNAM, la doctora Herminia Pasantes coincide sobre lo dañino de la mariguana en
quienes aún no han alcanzado su pleno desarrollo cerebral.
Sin embargo, su mayor preocupación está en
el consumo de otras sustancias: El problema de las drogas en México no es la
mariguana, son los solventes. Es lo que más consumen los jóvenes y nadie les
hace caso; destruyen las neuronas. La usan sobre todo los muchachos marginados
de las ciudades para combatir el hambre, para evadirse de un entorno terrible,
sentenció la especialista.
Drogas más peligrosas
Antes de centrarse en la mariguana, sobre
cuya regulación se pronuncia a favor, la especialista insiste: “usan los
solventes porque es una droga más barata, les crea menos problemas con la
policía. La gente ve en la calle una persona drogada, un joven perdido y
piensa: ‘mariguana’ y no, es mona. Ahí se tiene que enfocar el gobierno”.
Ambos detallan también la afectación por el
uso a edades tempranas de la yerba, en los llamados endocannabinoides, nuestra
mariguana endógena, sustancias que se vinculan al desarrollo y que están en
procesos de áreas muy importantes del cerebro durante la adolescencia hasta
alrededor de los 21 años. Ahí sí, la mariguana interfiere con su maduración, establece
Pasantes.
En el libro Marihuana y salud –que reúne
los aportes de ocho científicos sobre el tema, coordinado por el ex rector de
la UNAM y embajador ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente– se ubica a la
adolescencia como un periodo crítico del Neuro desarrollo durante el cual se da
la remodelación de las regiones de la corteza vinculadas con funciones
complejas.
Se precisa: el sistema endocanabinoide
participa en la selección de algunas de las conexiones neuronales y en la
eliminación de otras, por lo que es importante en el proceso de Neuro desarrollo.
Próspero resume: prácticamente todas las
sensaciones placenteras que tenemos no se limitan pero sí incluyen a los
endocannabinoides. Fumar mariguana potencia ese sistema y meter una enorme
cantidad de una molécula que lo afecte, hace que empiece a funcionar mal.
Los científicos toman su posición respecto
a cómo debiera actuarse frente al consumo.
Pasantes: “la mariguana es la droga menos
ofensiva, la que menos daño causa a la salud. Ahora, cuando alguien ya no sólo
la consume el fin de semana, sino que tiene un problema de abuso, sí tiene que
pedir ayuda. Tampoco es real que sea una puerta de entrada a otras drogas, está
demostrado.
“Está muy bien que haya una campaña grande
contra su uso; que se exponga el desastre que constituye meterse drogas duras:
cocaína, crack, heroína, morfina… también el alcohol es tremendo. Desde el
punto de vista de la sociedad, es aún más peligroso por las miles de muertes
que provoca. Y no ocurre así con la mariguana. Los consumidores de ésta no
molestan a los demás.
No se puede decir que sea inocua sobre todo
si se consume de forma crónica; quienes la fuman tienden a un estado de más
tranquilidad, de equilibrio emocional. El punto es que las cárceles están
llenas de personas relacionadas con su consumo. Y no son delincuentes o
enfermos ni representan un problema de salud pública. No se le puede meter en
el mismo cajón que a los inhalantes o las drogas duras.
Pide transmitir a los jóvenes que cualquier
droga limitará su libertad. Que se alejen del alcohol, de los solventes, de la
mariguana. Estoy convencida de una regulación de la yerba donde el Estado se
ocupe incluso de lo que se le pudiera vender a los jóvenes; de lo contrario,
con la prohibición total, quedarían nuevamente en manos de los criminales.
Próspero García no se asume abiertamente
prohibicionista, pero puntualiza: “yo solamente pienso en el paciente. La ley
tiene que proteger al ciudadano y si ya lo hizo, ahora los médicos tenemos que
ver cómo rehabilitarlo. Las políticas públicas no han considerado los
tratamientos; parecía que no les importaba el adicto, sino únicamente detener
al crimen organizado. ¿Dónde están los hospitales, los sitios de
rehabilitación?
Atención integral para menores de edad
“Desde mi trinchera diré: denme todos los
elementos. Si la van a legalizar y con eso dicen que detendrán a los cárteles,
entonces que se proporcionen los elementos para tratar a los chavos. Otorgarles
sicoeducación para la prevención (esto es, más allá de sólo mensajes de la
‘mariguana te daña’ y cosas así) y que cuando ya hay adicción, tener auténticos
centros de rehabilitación en la Secretaría de Salud. Hasta ahora sólo han
ayudado, los Centros de Integración Juvenil, que hacen lo que pueden, pero les
faltan recursos.
Legalicen o no el uso de la mariguana, el
adicto tiene que estar en el centro porque hoy, ni quién le haga caso que no
sea para venderle más (los narcotraficantes) o para extorsionarlo (los
policías).
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