LA ENERGÍA ASTRAL Y EL TEMOR.
23/03/2020.
Extraído de:
Tratado Sobre Magia Blanca.
Alice A. Bailey
Fundación Lucis.
LA ENERGÍA ASTRAL Y
EL TEMOR.
El tema a
considerarse es de aplicación sumamente práctica, por tratarse del cuerpo
astral -cuerpo en que el hombre está más polarizado y del que es más
potentemente consciente. En realidad el cuerpo etérico está bajo el umbral de
la conciencia. Los seres humanos son inconscientes del paso de las fuerzas a
través de este vehículo, pero se acercan más a su reconocimiento cuando hablan
en términos de vitalidad o carencia de ella. El cuerpo físico hace sentir su
presencia cuando algo anda mal o desea satisfacer uno de sus apetitos. Sin
embargo, la situación cambia respecto al cuerpo astral, porque es el vehículo
de experiencia para la mayoría, y la mayoría pasa gran parte de su vida
consciente, registrando las reacciones de dicho cuerpo y vibrando entre dos
polos, la felicidad y el sufrimiento, la satisfacción y el descontento, la seguridad
y la duda, el valor y el temor. En verdad esto significa que la fuerza
inherente y la vida del vehículo emocional sensorio rigen la expresión de la
vida y moldean la experiencia del alma encarnada. Por lo tanto, es de valor
comprender algo respecto a estas fuerzas, de dónde proceden y cómo actúan y
reaccionan en el hombre. Allí está su campo de batalla y también su campo de
victoria.
Para comenzar conviene tener presente que toda energía
astral es parte de la energía astral del sistema solar y que, por consiguiente:
1.
El cuerpo sensorio de un ser humano es un átomo
de sustancia en el cuerpo sensorio del Logos planetario.
2.
El cuerpo sensorio (término que prefiero al de
astral, y que continuaré empleando) del Logos
planetario, es un aspecto -no un átomo- del cuerpo sensorio del Logos
solar,
3.
Éste a su vez es un canal para las fuerzas
sensorias que emanan de grandes centros de energía totalmente fuera de nuestro
sistema solar y bajo su influencia.
Si se tiene presente lo anterior, se evidenciará que el
hombre, por ser sólo un diminuto fragmento de una totalidad mayor, que a su vez
está incorporada a un vehículo aún más vasto, es el campo donde se encuentran
fuerzas mayores y más diversificadas de lo que su cerebro puede reconocer. De
allí la complejidad de su problema y todas las posibilidades que surgen de esas
expansiones de conciencia que llamamos iniciación. Toda corriente de energía
que pasa por su cuerpo de deseos y reacción sensoria, es sólo un sendero que lo
conduce a contactos y conocimientos cada vez más amplios. Ello constituye
también una protección para la mayoría de los seres humanos, debido a que
poseen aún un mecanismo inadecuado para el registro y la impresión de ese
sinnúmero de posibilidades que ofrecen los canales de la comprensión. Hasta no
estar el mecanismo mental suficientemente despierto y controlado, no le será
posible al hombre interpretar y utilizar correctamente la información que su
cuerpo sensible de respuesta podría trasmitirle, y afortunadamente aún no lo
hace.
Aparte de la constante circulación, a través de su cuerpo
astral, de energías planetarias, solares y cósmicas, todo ser humano ha
extraído del gran Todo mayor la energía astral necesaria para construir su
cuerpo astral individual separado, que responde a su nota específica, matizado
por su cualidad particular y, limitado o no, de acuerdo al punto alcanzado en
la etapa de evolución.
Esto constituye su “círculo infranqueable" astral, que
define los límites de su respuesta emotiva a la experiencia de la vida, e
incorpora a su cualidad la amplitud de su vida de deseo, pero al mismo tiempo
es capaz de una enorme expansión, desarrollo, ajuste y control, por el impulso
del cuerpo mental y del alma. También está sujeto a la actividad vibratoria,
como resultado de la interacción entre el "círculo" y la experiencia
de la vida en el plano físico; así se pone en movimiento la gran rueda de la
experiencia que persistirá hasta ser conocidas y comprendidas las cuatro Nobles
Verdades del Buda.
Este cuerpo astral contiene en sí la contraparte de los centros
etéricos, o laya, y a través de ellos las fuerzas y energías tratadas
anteriormente pasan al cuerpo etérico. Estos centros llevan, a cada parte del
organismo astral, energías de los siete planetas y del sol, poniendo así al
hombre en relación con todas las partes del sistema solar, y dando por
resultado la determinación del destino del hombre, hasta el momento en que se
da cuenta de su herencia inmortal y llega a ser sensible a las fuerzas que
hasta ahora la mayoría no conoce. Dichas fuerzas emanan de la forma. Ésta es la
razón por la cual un horóscopo frecuentemente es exacto en su pronóstico para
quienes no han evolucionado ni están aún despiertos, siendo completamente
erróneo y falso respecto al hombre altamente evolucionado.
El hombre, en su conjunto, es producto de su cuerpo de
deseos. Después, "como el hombre piensa, así es él". El cuerpo astral
con sus anhelos, apetitos, modalidades, sentimientos y vehementes deseos,
moldea el cuerpo físico mediante las fuerzas atractivas que fluyen a través de
él, y lo llevan infaliblemente a satisfacer sus deseos. Si los apetitos de la
naturaleza sensoria son predominantemente animales en su objetivo, tenemos al
hombre de fuertes apetitos, dedicando su vida a satisfacerlos. Si sus deseos
son de bienestar y felicidad, tenemos a un hombre sensual, amante de la belleza
y las diversiones, regido casi completamente por el egoísmo. Lo mismo sucede
con los innumerables tipos de deseo, buenos, malos y comunes, hasta tener lugar esa
reorientación que reenfoca en tal forma las energías astrales, que las encamina
hacia otra dirección. Así el deseo se convierte en aspiración y el hombre se
libera de la rueda de nacimientos y de la necesidad de reencarnar. Entonces, el
horóscopo, tal como se lo conoce, resultará fútil, falso e inútil, y la frase
empleada comúnmente, aunque errónea, "el horóscopo del ego o alma"
carece de sentido. El alma no tiene un destino individual, sino que está sumergida
en el Uno. Su destino es el del grupo y el del Todo, su deseo es la elaboración
del gran Plan, y su voluntad, la glorificación del Logos encarnado.
Quisiera sugerir a los estudiantes que procuren leer, si es
posible, La Ciencia de las Emociones, de Bhagavan Das. Es un buen tratado sobre
los cuerpos astral y sensorio y trata de los factores que conciernen más de
cerca al aspirante, a medida que enfrenta el problema de comprender y controlar
su naturaleza emocional, dominar la técnica del desarrollo, reorientarse hacia
una experiencia más amplia y prepararse para las pruebas y expansiones de la segunda
iniciación mayor -la del bautismo, hasta entrar finalmente en la corriente.
Metafóricamente hablando, la experiencia que tiene por delante en el sendero,
está descripta en las siguientes frases esotéricas:
"Cuando la corriente entra en el Río de la Vida, su
paso puede ser visto durante un breve instante, luego se pierde. Cuando las
corrientes de la vida sensoria se encuentran donde el río circunda la base
maciza de la montaña, entonces es vista una sola y vasta corriente que fluye
hacia el norte."
Es evidente esta simbología, y también se la puede aplicar para
representar la afluencia de las dos corrientes -Ida y Pingala- y su fusión en
el río de la energía que asciende hacia la cabeza. Allí está el lugar de
encuentro, y también el sacrificio consumado en el Monte del Gólgota (el lugar
de la calavera).
Al considerar el cuerpo sensorio de un ser humano,
probablemente será de mayor utilidad si lo hago en términos de temperamento y
expresiones comunes, porque sólo al tratar sus efectos y procurar dominarlos,
el hombre llega al conocimiento de sí mismo y se convierte en Maestro. Las
manifestaciones más comunes de la actividad astral son:
I.
Temor.
II.
Depresión o su polo opuesto, regocijo.
III.
Deseo de satisfacer los apetitos animales.
IV.
Deseo de felicidad.
V.
Deseo de liberación. Aspiración.
Éstas resumen prácticamente la mayoría de las experiencias
sensorias del hombre, y las consideraremos cada una desde los siguientes
ángulos:
1.
La causa.
2.
El efecto.
3.
El método de dirección.
Observarán que digo "método de dirección", no
método de control. Los aspirantes deben comprender que trabajan con las fuerzas
y dentro de ellas, y que la actividad correcta o errónea del plano físico se
debe simplemente a una buena o mala dirección de las corrientes de fuerza, y no
a algo bueno o malo de las energías mismas.
I. Temor. Es una de las manifestaciones más comunes de la
energía astral, y se la enumera primero porque constituye, para la mayoría, el
Morador en el Umbral y, en último análisis, el mal astral básico. Todo ser
humano conoce el temor; el alcance de las vibraciones del temor abarca desde
los temores instintivos del hombre salvaje, basados en su ignorancia de las
leyes y fuerzas de la naturaleza, y en su terror a la oscuridad y a lo
desconocido, hasta los temores, tan prevalecientes hoy, de perder a los seres
queridos, los amigos, la salud, la riqueza, el dinero, la popularidad, y así sucesivamente hasta los últimos temores
del aspirante -temor al fracaso, temor arraigado en la duda, o al último
rechazo o aniquilamiento, temor a la muerte (que comparte igualmente con toda
la humanidad), temor a la gran ilusión del plano astral, a la fantasmagoría de
la vida misma y además temor a la soledad en el sendero, hasta temer al temor
mismo.
Esta lista podría extenderse, pero es suficiente para
indicar la prevalencia de toda índole de temores. Dominan la mayoría de las
situaciones y oscurecen muchos momentos felices. Reducen al hombre a un tímido
y atemorizado átomo de vida sensoria, atemorizado ante los enormes problemas de
la existencia, consciente de su insuficiencia como hombre para resolver todas
las situaciones, e incapaz de abandonar sus temores y dudas y heredar la
libertad y la vida. A menudo está tan embargado por el temor, que hasta teme
perder la razón. Nunca podrá ser suficientemente descrito este panorama sombrío,
porque el temor es la energía astral que predomina en la actualidad, y la
sensible humanidad sucumbe demasiado fácilmente a él.
Se preguntarán: ¿Cuáles son las causas fundamentales del
temor? Esta pregunta, si la llevamos retrospectivamente hasta los orígenes de
la historia esotérica del sistema solar, no tiene respuesta inteligible. Sólo
el iniciado avanzado puede comprenderla. El temor tiene sus raíces en la trama
y urdimbre de la materia misma, y es por excelencia la formulación o efecto del
principio mente y resultado de la actividad mental. El hecho de que las aves y
los animales conozcan el temor, ubica el tema sobre una base más amplia que si
sólo se tratara simplemente de la debilidad humana y el resultado de la
actividad del funcionamiento de la mente humana. No es algo que proviene del
poder de razonar del hombre, pero si empleara su razón en forma correcta podría
eliminar el temor. Reside en lo que se denomina mal cósmico -frase altisonante,
pero que nada dice. Es inherente a la realidad de la materia y a la acción de
los pares de opuestos -alma y materia. Las almas sensorias de los animales y de
los hombres se dan cuenta subconscientemente de factores tales como:
1.
La inmensidad y, por lo tanto, la sentida
opresión que ejerce el Todo.
2.
La presión de otras vidas y existencias.
3.
La actuación inexorable de la ley.
4.
La sensación de aprisionamiento, limitación y su
consiguiente incapacidad.
En estos factores, que surgen del mismo proceso manifestado,
y persisten y aumentan en potencia durante épocas, residen las causas de todo
el temor moderno y la base de todo terror, primordialmente el estrictamente
psicólogo y no sólo el temor instintivo del animal.
No tendría ninguna utilidad concretar la cuestión con mayor
claridad. ¿De qué sirve decir que el temor es una cualidad del mal (o sea de la
materia), que colora fundamentalmente o caracteriza al cuerpo sensorio o astral
de nuestro Logos planetario? ¿Qué se obtendría si explicara el problema de esa
gran Vida en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, a medida que Él,
en Su propio plano cósmico, busca la liberación y encara Sus propias pruebas y
experiencias peculiares?
¿Qué palabras adecuadas existen para describir la lucha
cósmica entre esas Vidas de conciencias tan impersonales y excelsas, que las
palabras “suyo, él o prueba” son irrisorias y no dan a entender ningún aspecto
de la verdad ni de la realidad? El mal cósmico, la progresión cósmica o los
problemas cósmicos, pueden muy bien dejarse para esa lejana época en que los
aspirantes hayan recibido la tercera iniciación, perdido el sentido de separatividad
y -identificados con el aspecto Vida y no con el aspecto forma- puedan penetrar
hasta cierto punto en el estado de conciencia de nuestro Logos planetario,
percibir Su destino y tener una visión fugaz de la maravilla de la consumación.
En consecuencia, limitemos nuestra atención al hombre y muy
especialmente al hombre común, y veamos de dónde proceden las oleadas de temor
que constantemente lo arrastran:
1.
Temor a la muerte. Está basado en:
a
El terror, en el proceso final del
desgarramiento en el acto de la muerte.
b
El horror a lo desconocido y a lo indefinido.
c
La duda respecto a la inmortalidad.
d
El pesar por tener que abandonar a los seres
queridos o ser abandonado por ellos.
e
Las antiguas reacciones a las pasadas muertes
violentas, arraigadas profundamente en el subconsciente.
f
El aferrarse a la vida de la forma, por estar
principalmente identificados con ella en la conciencia.
g
Las viejas y erróneas enseñanzas referentes al
cielo y al infierno, siendo ambas, perspectivas desagradables para cierto tipo
de personas.
Como conozco el tema,
tanto por la experiencia en el mundo externo como por la expresión de la vida
interna, diré que: La muerte no existe. Como bien saben, hay una entrada en
una vida más plena. Hay liberación de los obstáculos del vehículo carnal. El
tan temido proceso de desgarramiento no existe, excepto en los casos de muerte
violenta o repentina, entonces lo único desagradable es la sensación
instantánea y abrumadora de peligro y destrucción inminentes, y algo que se
parece a un shock eléctrico. Nada más. Para los no evolucionados, la muerte es
un sueño y un olvido, porque la mente no está bastante despierta para
reaccionar, y el archivo de la memoria está prácticamente vacío. Para el
ciudadano común y bueno, la muerte es la continuidad en su conciencia del
proceso de la vida, y lleva a cabo los intereses y tendencias de esa vida. Su
conciencia y sentido de percepción son los mismos e invariables. No percibe
mucha diferencia, está bien cuidado, y a menudo no se da cuenta que ha
pasado por la muerte.
Para el perverso y cruel egoísta, el criminal y esos pocos
que viven únicamente para el aspecto material, se produce esa situación
denominada "atados a la tierra". Los vínculos que han forjado con la
tierra, y la atracción hacia ella, de todos sus deseos, los obliga a permanecer
cerca de la misma y de su último medio ambiente terreno. Tratan desesperadamente
por todos los medios posibles, de ponerse en contacto y volver a penetrar en
él. En contados casos, un gran amor personal por quienes han dejado, o el
incumplimiento de un deber reconocido y urgente, mantienen a quienes poseen
bondad y belleza, en semejante situación. Para el aspirante, la muerte es la
entrada inmediata en una esfera de servicio y de expresión a que está muy acostumbrado,
percibiendo enseguida que no es nueva. En las horas de sueño ha desarrollado un
campo de servicio activo y de aprendizaje. Ahora sencillamente funciona en él
durante las veinticuatro horas (hablando en términos de tiempo del plano
físico) en vez de las breves horas de sueño en la tierra.
A medida que pasa el tiempo y antes de finalizar el próximo
siglo, se comprobará que la muerte no existe tal como se la comprende ahora. La
continuidad de conciencia será tan ampliamente desarrollada y tantos hombres de
tipo elevado actuarán simultáneamente en ambos mundos, que el antiguo temor
desaparecerá y el intercambio entre el plano astral y el físico estará
firmemente establecido y científicamente controlado, llegando a su fin,
felizmente, la actuación de los médium de trance. La común y vulgar mediumnidad
y las materializaciones controladas por los guías indios, son perversiones del
intercambio entre los dos planos, como lo son las perversiones sexuales y la
distorsión de la verdadera relación entre los sexos.
No me refiero aquí al trabajo de los clarividentes por pobre
que sea, ni a la posesión del cuerpo por entidades de alta calidad sino a los
fenómenos desagradables de materialización, ectoplasma y al trabajo ciego e
ignorante efectuado por antiguos y degenerados atlantes y almas aferradas a la
tierra, tales como los guías comunes y el cacique indio. No hay nada que aprender
de ellos, pero sí mucho que evitar. El reinado del temor a la muerte casi ha
terminado, y entraremos pronto en un período de conocimiento y seguridad, que
socavará la base de todos nuestros temores. Respecto al temor a la muerte, poco
puede hacerse, excepto elevar el tema a un nivel más científico y, en este
sentido, enseñar a las personas a morir. Existe una técnica de morir, así como
existe una de vivir, pero se ha perdido en gran parte en Occidente y casi en Oriente,
excepto en algunas agrupaciones en Oriente formadas por Conocedores. Quizás consideremos
esto más adelante, y la idea de encarar este tema puede permanecer en la mente
de los estudiantes que lo leen, y probablemente al estudiar, leer y pensar, quizás
obtengan material de interés para ser recopilado y publicado.
2.
Temor al futuro. Este es un temor que todavía
demuestra una creciente tendencia a desarrollarse y causará mucha angustia en
el mundo, antes de ser eliminado. Surge de tres facultades humanas:
a
Los hábitos de pensar, instintivos y psicólogos,
profundamente arraigados en la naturaleza animal, y que se remontan al instinto
primordial de auto conservación. Sin embargo, las razas primitivas tienen poco
de esto. El estado mental que ve el futuro con anticipación es una característica
predominantemente humana, siendo ese germen de la facultad imaginativa, ligado
a los procesos mentales que, finalmente, se fusionarán en la meditación
intuitiva, además de la visualización, verdadera base de todo trabajo creador.
Por ahora es una amenaza y un obstáculo. Antiguos sufrimientos, recuerdos
espantosos, tormentos obsesores, hondamente asentados en el subconsciente,
surgen con frecuencia a la superficie y provocan una situación de temor y
aflicción que ningún razonamiento es capaz de aquietar. Las facilidades de los
medios de comunicación ponen a todo el mundo en relación con las tragedias,
dolores y sufrimientos de sus hermanos, a miles de kilómetros de distancia. La
catástrofe económica de la época actual ha producido una condición de terror
colectivo, y cuanto más sensible es el individuo, mayor es su reacción a este
estado mental. Por lo tanto, el temor al futuro es una mezcla dolorosa de
recuerdo instintivo e imaginación premonitoria, y pocos escapan a esta amenaza.
La preocupación y la ansiedad constituyen el destino de todo hombre, y no
pueden ser ni serán contrarrestadas ni vencidas por ningún factor inferior al
alma.
b
Los destellos de previsión, emanados del alma
que mora en la conciencia del Eterno Ahora. Cuando se establece firmemente
contacto con el alma y se estabiliza en el cerebro la conciencia del Conocedor,
la previsión no nos causará terror. Entonces se verá el panorama en su totalidad,
no como una vislumbre pasajera y fragmentaria, como sucede ahora. Aquí nuevamente
el remedio es el mismo: el establecimiento de relaciones tan estrechas entre el
alma y el cerebro, por medio de la mente entrenada y controlada, que la causa y
el efecto se verán como uno y se podrán dar los pasos apropiados para
solucionar las situaciones correctamente y en forma más ventajosa.
La previsión raras veces anuncia felicidad, y
la razón no hay que buscarla muy lejos. La raza se encuentra en el punto en que
el hijo pródigo es consciente de la vacuidad y futilidad de la vida terrena,
pues está ya preparado para considerar cuidadosamente el mensaje del Buda,
debido a que durante siglos ha sido asolado por la guerra y el hambre, el deseo
y la lucha económica. El panorama que tiene por delante parece ser desastroso y
amenazador. Sin embargo, si los hombres llevaran el concepto de la hermandad,
con todas sus implicaciones, a la vida y al trabajo diarios, a las interrelaciones entre el capitalista y
el obrero, el político y el pueblo, una nación y otra o una raza y otra, se
obtendría esa paz en la tierra que nadie podría derribar. ¡Una regla tan
sencilla y sin embargo tan lejos de la comprensión de la mayoría!
c
Un conglomerado, de sufrimientos y temores de
otras personas pueden afectar a un individuo, sin que nada tengan que ver con
él. Es muy posible que un individuo capte el temor que domina a otras personas,
aunque no tema a nada. Se identifica tanto con los presentimientos de futuros
desastres, que los interpreta en términos de su propia y futura experiencia. Es
incapaz de desligarse de sus reacciones, y absorbe tanto veneno en sus auras
mental y emocional, que lo arrastran a un torbellino de temor y terror. Sin
embargo, debe saber que el futuro no oculta para él ningún desastre. Está
simplemente bajo una ilusión, pero el efecto sobre su cuerpo astral y plexo
solar es el mismo. Desgraciadamente esto
ocurre en la actualidad, donde hay miles de almas sensibles que tienen
aspiraciones, inexpertas en el manejo del karma mundial, abierto al sufrimiento
de los demás e incapaz de distinguir entre su propio destino y el ajeno, en su
medio ambiente y en el futuro inmediato.
d
También es posible, para aquellos aspirantes más
avanzados y quienes están en el sendero del discipulado, hacer contacto en el
plano astral con antiguas vibraciones del mal y del dolor -males acontecidos y
desaparecidos hace mucho tiempo; posiblemente puedan leer una pequeña fracción
de los archivos akáshicos que conciernen a los futuros sufrimientos de un individuo
o grupo, que probablemente no los verán cumplirse, no obstante adjudicarse para
sí la información recibida, sufriendo las consecuencias.
3.
Temor al dolor físico. En algunas personas este
temor es la causa fundamental de todas sus ansiedades, aunque no lo reconozcan. En realidad es el resultado
de los tres temores anteriores, de la presión ejercida sobre su cuerpo astral y
de la tensión provocada por la imaginación y el raciocinio, en el sistema
nervioso físico. El sistema nervioso llega a ser excesivamente sensible y puede
producir intensos sufrimientos físicos. Las enfermedades y achaques, que para
las personas comunes y flemáticas tienen importancia vital, se agravan hasta
convertirse en verdadera agonía. Quienes cuidan de los enfermos deben
reconocerlo y dar los pasos necesarios para aliviar la condición física mediante
el empleo de sedantes y analgésicos, a fin de que no haya indebida tensión
sobre el sistema nervioso, excesivamente forzado.
Me preguntarán si apruebo el empleo del éter, el
cloroformo y las drogas sedantes, en las operaciones. Diré que como principio
no, pero provisionalmente sí. Cuando el hombre haya hecho un firme contacto con
su alma y desarrollado la facultad de entrar y salir a voluntad de su cuerpo
físico, no será necesaria la ayuda de sedantes. Mientras tanto pueden
considerarse como medidas de emergencia, necesarias para el karma mundial y el
punto de evolución de la raza. Naturalmente que no me refiero al uso de
narcóticos y drogas, por las personas desequilibradas e histéricas, sino al
empleo sensato de lenitivos bajo la inteligente dirección de un facultativo.
4.
Temor al fracaso. Afecta a la mayoría de las
personas por muchas causas. El temor de no poder cumplir y de no lograr el amor
y la admiración de los seres queridos, el temor al desprecio de otros y a que
lo conceptúen inferior, y el temor de no ver ni aprovechar la oportunidad, son
todos aspectos del complejo del temor que colora las vidas de tantas personas
dignas. Puede estar basado en un medio
ambiente desagradable e incomprensivo, en un instrumento inadecuado para la
tarea, y muchas veces tiene su origen en el hecho de que el hombre es un discípulo
o un alma elevada, ya preparada para hollar el sendero de probación.
Ha obtenido un leve contacto con su alma; ha
percibido la visión y sus posibilidades; observa su personalidad, y la compara
con el trabajo que debe realizar y la calidad de las personas con quienes se ha
puesto en contacto, dando por resultado un complejo de inferioridad extremadamente
fuerte, debido a que es nutrido por el descenso de verdaderas corrientes de
fuerzas. Como sabemos, la energía sigue al pensamiento y está matizada por la
calidad del pensamiento. El hombre analiza con desagrado su personalidad,
nutriendo las mismas cosas que deplora y haciéndose más inadecuado para la tarea.
Es el círculo vicioso del esfuerzo, pero debe ser contrarrestado por la plena
comprensión de la verdad contenida en las palabras: "Como el hombre
piensa, así es él". A medida que reflexiona sobre la naturaleza de su alma
omnisciente, se hace a semejanza de esa alma. Su pensamiento está enfocado en
la conciencia del alma y se convierte en esa alma en manifestación, por
intermedio de la personalidad.
Esto sólo es un breve resumen de los principales
temores que afligen a la humanidad, y únicamente sirve para entrar en tema y
tener la oportunidad de hacer unas pocas sugerencias prácticas.
II.
Depresión y su polo opuesto, el regocijo. Cuando
tocamos el tema de la depresión, tratamos algo tan difundido que muy pocos
escapan a sus ataques. Es como un miasma, una niebla que cubre al hombre y le
imposibilita ver con claridad, caminar con seguridad y conocer la realidad. Es
parte de la gran ilusión astral, y si esto es comprendido, resultará evidente
por qué existe la depresión y por qué su causa es astral o física, e incidental
a una situación mundial o personal. Por lo tanto, estudiaremos la depresión en
los individuos y buscaremos sus causas:
1.
El espejismo mundial que arrastra a las
profundidades de la reacción mundial a la unidad aislada, la cual está libre de
esas condiciones individuales que producen depresión. Este espejismo mundial
con sus resultados desvitalizadores y deprimentes, tiene sus raíces en diversos
factores, que sólo describiré brevemente:
a
Los factores astrológicos que afectan al
horóscopo planetario, y en consecuencia al individual o primordialmente racial,
y éstos generalmente son pasados por alto.
b
El recorrido del Sol en el firmamento. Su
tránsito por el sur tiende a disminuir la vibración de su influencia, y los
aspirantes deben tener en cuenta esto en otoño y en los primeros meses de
invierno. (En el hemisferio sur sucede a la inversa. N. del T.)
c
La parte oscura de la Luna, el período final del
menguante y las primeras fases de la Luna nueva, como bien saben, afecta el
trabajo de meditación.
d
Factores psicológicos e inhibiciones en masa,
sin duda debido a fuerzas externas a nuestro planeta y a planes cuya intención
es desconocida para el ser humano común. Estas fuerzas que actúan sobre la raza
humana afectan a los más sensibles, que a su vez afectan a su medio ambiente,
estableciéndose paulatinamente un impulso que se precipita a través de una raza
o nación, durante un período o ciclo de años, produciendo estados de profunda
depresión y desconfianza mutua. Causa una triste auto absorción, a la cual
denominamos pánico u oleada de inquietud. Es casual el hecho de que su desarrollo
sea militar, económico, social o político, o tome la forma de una guerra, una inquisición
religiosa, restricciones económicas o desconfianza internacional. Las causas tienen
su origen en los anteproyectos del proceso evolutivo y están regidos -aunque no
sea comprendido- por la buena Ley.
2.
Polarización astral. Mientras el hombre continúe
identificándose con su cuerpo emocional, interpretando la vida en términos de
caprichos y sentimientos y se deje llevar por el deseo, tendrá igualmente sus
momentos de desesperación, oscuridad, duda e intenso sufrimiento y depresión.
Esto se debe a la ilusión y al espejismo del plano astral, que distorsiona y
engaña. No es necesario extendernos en esto. Si existe un factor que los
aspirantes reconocen, es el de la necesidad de liberarse de la Gran Ilusión.
Arjuna lo sabía y, sin embargo, sucumbió a la desesperación. Pero en la hora de
la necesidad, Krishna no le falló, y plasmó en el Bhagavad Gita las sencillas
reglas por las cuales pueden vencerse la depresión y la duda. Éstas pueden resumirse
brevemente como sigue:
a
Conócete a ti mismo, como el Uno imperecedero.
b
Controla tu mente, pues por su intermedio puede
conocerse al Uno imperecedero.
c
Aprende que la forma no es más que el velo que
oculta el esplendor de la Divinidad.
d
Comprende que la Vida Una compenetra todas las
formas, de modo que no existe la muerte ni el sufrimiento ni la separación.
e
Deslígate, por lo tanto, del aspecto forma y ven
a Mí, y así morarás donde se encuentran la Luz y la Vida. Así se desvanece la
ilusión.
La polarización astral pone al hombre ha descubierto de sus
innumerables reacciones emocionales y de las oleadas de sentimiento colectivo
de cualquier tipo. Por esta causa su ser es arrastrado al vórtice de energías
incontroladas y fuerzas emocionales mal dirigidas, que dan como resultado una
guerra mundial, un pánico financiero, un despertar religioso o un linchamiento.
Lo lleva también a las regiones de la hilaridad y la felicidad espuria, donde
la "luz engañosa" del plano astral le descubre falsas fuentes de
diversión, o la hilaridad colectiva -debido a su sensibilidad- lo arrastra a la
histeria, que encuentra su desahogo en la diversión incontrolada, polo opuesto
del llanto desenfrenado. No me refiero aquí al verdadero júbilo ni al sentido
del buen humor, sino a esas expresiones histéricas de hilaridad, tan comunes en
la mayoría de los humanos, que producen fatiga.
3.
El debilitamiento del cuerpo físico. Se debe a
diversas causas:
a
Un agotamiento del cuerpo etérico o vital.
b
Una
enfermedad física, inherente o traída de otra vida, o accidental, por
reacciones emocionales equívocas, o producidas como resultado del karma grupal,
tal como una epidemia.
c
Una condición atmosférica. Esto a veces se pasa
por alto, pero el clima, la densidad, la humedad o la sequedad, el calor o el
frío, tienen un efecto definido sobre la perspectiva psicológica.
Encontrarán, si estudian, que todas las causas de depresión
subsidiarias y temporarias y sus opuestos, pueden agruparse bajo uno de estos
tres acápites, y cuando la causa se descubre, su curación es evidente.
Me he ocupado en forma algo extensa de las dos primeras
manifestaciones de la fuerza astral -el temor-, temor a la muerte, al futuro,
al sufrimiento, al fracaso y a los muchos temores menores a los cuales está
sujeta la humanidad -y la depresión-, porque estos dos temores constituyen para
el hombre el Morador en el Umbral en esta era y ciclo. Ambos indican que hay
reacción sensoria a factores psicológicos y no pueden ser remediados mediante
el uso de otro factor como el valor. Tienen que ser afrontados por la
omnisciencia del alma, actuando a través de la mente -pero no por su
omnipotencia. Esto oculta un indicio.
No me ocuparé de los otros factores enumerados, tales como
el deseo de felicidad, la satisfacción de los apetitos animales y la
liberación, porque ellos, para la mayoría, no constituyen un problema como los dos primeros. Podría
escribirse extensamente sobre la manifestación y causa de todos ellos, pero
cuando el temor y la depresión sean vencidos, la raza tomará posesión de su
herencia, la felicidad, la verdadera satisfacción (símbolos de los vehementes
deseos indicados anteriormente) y la liberación. Consideraremos primero los
males fundamentales. Una vez dominados, todo lo que resta es la correcta
orientación, y la polarización en el alma.
Después consideraremos la subyugación de la vibración
errónea en el cuerpo astral y el empleo de energía astral en la correcta
dirección.
Hemos tratado extensamente el tema del cuerpo astral o
sensorio, y considerado los diversos y erróneos modos en que éste hace sentir
su presencia. La humanidad vibra principalmente de un modo u otro, y el cuerpo
sensorio del ser humano común casi nunca está libre de algún estado de ánimo,
temor y emoción. Esto ha traído el anormal desarrollo del centro plexo solar.
En la mayor parte de la humanidad el centro sacro y el plexo solar rigen la
vida, y debido a ello el deseo por las cosas materiales y la vida sexual están
estrechamente fusionados.
El plexo solar es el cerebro del animal y rige todas las
reacciones instintivas, pero no se halla tan estrechamente aliado con la
expresión puramente sexual como en el ser humano. Cuando el cerebro sea
sensible a la mente que va despertando, y no esté tan ocupado con el mecanismo
que registra la impresión sensoria, tendremos la orientación que finalmente
elevará la conciencia hasta los centros situados arriba del diafragma. El plexo
solar entonces será relegado nuevamente a su antigua función, como agente
directriz de la vida animal, esencialmente instintiva. Para el discípulo
mundial avanzado, el plexo solar es por lo general el órgano de sensibilidad
psíquica, y permanecerá así hasta que los poderes psíquicos superiores reemplacen
a los inferiores y el hombre actúe como
alma. Entonces la vida sensoria descenderá bajo el umbral de la conciencia.
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