El Alma.


 

Material compilado únicamente para las Adicciones sin fines de Lucro.
Alice A. Bailey.
El alma: La cualidad de la vida.

Maestro Djwhal Khul.

 

El Alma.

1. Aceptaremos desde el principio la realidad de la existencia del alma. No consideraremos los argumentos en pro o en contra de la hipótesis de que existe un alma universal, cósmica y divina o individual y humana. Para los fines de nuestro estudio el alma existe, y se supone su realidad intrínseca como un principio fundamental y probado. Sin embargo, quienes no aceptan esta suposición pueden estudiar el libro desde el punto de vista de una hipótesis temporariamente aceptada, y tratar de reunir esas analogías e indicaciones que puedan sustanciar tal punto de vista. Para el aspirante y aquellos que tratan de comprobar la existencia del alma, porque creen en su existencia, en la tradición y en la expresión de sus leyes, en su naturaleza, origen y poten­cialidades, se convertirá en un fenómeno que gradualmente experimentarán y profundizarán.

2. Procuraré que este tratado sobre el alma sea relativamente breve. Trataré de expresar dichas verdades abstractas de tal modo que el público en general, interesado en el alma, pueda ser atraído y adquiera una conside­ración más profunda de lo que todavía es una velada suposición. En la Era acuariana se demostrará la realidad del alma. Esto es sólo una tentativa llevada a cabo en medio de las dificultades de un período de transición que aún carece de terminología necesaria para apoyar tal demostración.

3. El alma es aún una cantidad desconocida. No ocupa un real lugar en las teoría de los investigadores académicos y científicos. No ha sido compro­bada, y es considerada aun por los académicos más liberales como una posible hipótesis, pero indemostrable. No es aceptada como una realidad en la conciencia de la raza. Sólo dos grupos de personas la aceptan como tal; uno de ellos, el crédulo, no evolucionado, infantil, educado en las enseñanzas de cualesquiera de las Escrituras mundiales, estando religiosamente inclinado, acepta sin indagar los postulados de la religión, tales como el alma, Dios y la inmortalidad. El otro es ese pequeño grupo de Conocedores de Dios y de la realidad, que se agranda constantemente, que sabe que el alma es un hecho por su propia experiencia, pero no puede probar satisfactoriamente su existencia al hombre que acepta únicamente lo que la mente concreta puede captar, analizar, criticar y comprobar.

4. Detrás de la forma externa de un ser humano... está el alma, responsable de su creación, sostenimiento y utilización. Detrás de toda actividad para el progreso de la evolución humana, como también de otros procesos evolutivos, se encuentra la Jerarquía. Ambos representan centros de energía; trabajan en forma creadora de acuerdo a la Ley pasan de la actividad subjetiva a la manifestación objetiva, y responden (en la gran serie de vidas graduadas) a la vitalización y estímulo de los centros más elevados de energía.

5. El alma no es un loto de doce pétalos que flota en la sustancia mental, sino que es, en realidad, un vórtice de fuerza o doce energías unidas por la voluntad de la entidad espiritual (la mónada en su propio plano).

6. La palabra Alma se emplea para expresar el summum de la naturaleza  síquica, el cuerpo vital, la naturaleza emocional y la materia mental. Una vez alcanzada la etapa humana es algo más, es una entidad espiritual, un ser síquico consciente, un hijo de Dios que posee vida, cualidad y apariencia, la peculiar manifestación en tiempo y espacio de las tres expresiones del alma que acabo de definir:

1. El alma de todos los átomos que componen la apariencia tangible. 

2.El alma personal o la suma total sutil y coherente que llamamos Personalidad, compuesta de los cuerpos sutiles: etérico o vital, astral o emocional y el aparato mental inferior. La humanidad comparte estos tres vehículos con el reino animal en lo que concierne a la vitalidad, la sensibilidad y lamente potencial; con el reino vegetal en lo que concierne a la vitalidad y a la sensibilidad, y con el reino mineral en lo que concierne a la vitalidad ya la sensibilidad potencial.

3. El alma es también el ser espiritual, o la unión de la vida y la cualidad. Cuando se establece la unión de las tres almas, según se la denomina, tenemos un ser humano.

Así se establece en el hombre la mezcla o fusión de vida, cualidad y apariencia, o espíritu, alma y cuerpo, por medio de una forma tangible.

En el proceso de diferenciación estos diversos aspectos han atraído la atención, pero la síntesis subyacente ha sido pasada por alto o descartada. Sin embargo, todas las formas son diferenciaciones del alma, pero dicha alma es una sola Alma cuando se la observa y considera espiritualmente. Cuando se la estudia desde el punto de vista de la forma no se percibe nada más que diferenciación y separación. Cuando se la estudia desde el aspecto conciencia o sensibilidad, emerge la unidad. 

Cuando se alcanza la etapa humana y la autopercepción y se fusiona con la sensibilidad de las formas y con la minús­cula conciencia del átomo, comienza tenuemente a surgir en la mente del pensador la idea de una posible unidad subjetiva. Cuando se alcanza la etapa del discipulado, el hombre empieza a considerarse como parte sensible de un todo sensible, y lentamente reacciona al propósito e intención de este todo. En forma paulatina capta el propósito, a medida que entra conscientemente en el ritmo de la totalidad, de la que él es una parte. 

La parte se pierde en el todo cuando se alcanzan etapas más avanzadas y formas más sutiles y refina­das; el ritmo del todo somete al individuo a una participación uniforme en el propósito sintético, pero la comprensión de la autopercepción individual persiste y enriquece la contribución individual, que ahora se ofrece inteligente y voluntariamente, de modo que la forma no sólo constituye un aspecto de la  totalidad (que siempre e inevitablemente ha sido así, aunque no sea compren­dido), sino que la consciente entidad pensante conoce la realidad de la unidad de la conciencia y de la síntesis de la vida. Tres factores debemos tener en cuenta a medida que leemos y estudiamos:

            1. La síntesis de la vida                                 espíritu
            2. La unidad de la conciencia                         alma
            3. La integración de las formas                     cuerpo

Estos tres siempre han estado unidos, pero la conciencia humana no lo ha sabido. Su comprensión y su integración en la técnica del vivir, constituyen para el hombre el objetivo de toda su experiencia evolutiva.

7. La naturaleza forma del hombre reacciona conscientemente a la naturaleza forma de la Deidad. La vestidura externa del alma (física, vital y síquica) es parte de la vestidura externa de Dios.

El alma del hombre autoconsciente se halla en armonía con el alma de todas las cosas. Es parte integrante del alma universal, y debido a eso puede llegar a percibir el propósito consciente de la Deidad, colaborar inteligente­mente con la voluntad de Dios y trabajar con el Plan de la Evolución.

Es espíritu del hombre es uno con la vida de Dios, y está dentro de él, profundamente arraigado en su alma, así como el alma está arraigada en su cuerpo.

El espíritu, en algún tiempo lejano, lo pondrá en armonía con ese aspecto de Dios que es trascendente, y así cada Hijo de Dios hallará oportunamente su camino hacia ese centro - absorbido y abstraído - donde mora Dios, más allá de los confines del sistema solar.

8. El hombre sabrá muy pronto que el alma no es una ficción de la imaginación, ni la simple forma simbólica de expresar una esperanza profundamente arraigada, ni el método utilizado por él para construir un mecanismo de defensa; tampoco una forma ilusoria de evadirse de un presente angustio­so. Sabrá que el alma es un Ser, un Ser responsable de todo lo que aparece en el plano fenoménico.

 (a) Algunos sinónimos para el “Alma”

1. Los términos yo inferior, Yo superior y Yo divino, pueden dar lugar a confusión hasta que el estudiante aprenda los diferentes sinónimos. Será de utilidad la clasificación siguiente:

            Padre                          Hijo                            Madre
            Espíritu                       Alma                           Cuerpo
            Vida                            Conciencia                  Forma
            Mónada                      Ego                             Personalidad
            Yo divino                   Yo superior                 Yo inferior

            Espíritu                       Individualidad             Yo personal

            Punto                          Tríada                         Cuaternario
            Mónada                      Ángel Solar                Señores lunares

2. Los siguientes son algunos términos sinónimos que son usados en lugar de “el Alma”. Estos Sinónimos dan alguna indicación de las características y cualidades del Alma:

El Alma; el Ego; el Yo; el Yo Uno; el Yo superior; el Yo espiritual; el Uno; el Regidor Interno; el Dios Interno; la Realidad Interna; el Divino Regente Interno; el Sol Espiritual Interno; el Morador Divino; el Maestro en el Corazón; la Llama Viviente; el Dios Interno; el Cristo Interno; el Principio Crístico; la Individualidad; la Realidad Divina; el Hombre Real; el Pensador; el Pensador Espiritual; el Ángel Solar; el Ángel; el Ángel de la Presencia; la Joya; el 1-lijo del Padre; la Llama del Espíritu; el Punto de Desarrollo; los Agnishvattas; el Hijo de la Mente; el Principio Mediador; el Triángulo; el Director; la Unidad Expectante; el Observador; el Espectador; el Percibidor Divino; el Contemplador; el Vigía; el Intérprete.

(b) Reconocimiento del Alma

1. El primer paso para sustanciar la realidad de la existencia del alma es establecer la supervivencia, aunque esto no probará necesariamente la inmortalidad. Sin embargo, puede considerarse como un paso dado en la correcta dirección. Se está comprobando constantemente que algo sobrevive al proce­so de la muerte y persiste después de la desintegración del cuerpo físico. Si esto no es verdad, entonces somos víctimas de una alucinación colectiva, y engañan y mienten o están enfermos y pervertidos los cerebros y las mentes de miles de personas. Tal gigantesca locura colectiva es más difícil de creer que la alternativa de una expansión de conciencia. Sin embargo, el desarrollo que sigue la línea síquica no probará la existencia del alma. Sólo sirve para destruir la posición materialista.

El primer reconocimiento comprobado de la existencia del alma llegará de entre los pensadores de la raza; acontecimiento que será resultado del estudio y el análisis que harán los sicólogos del mundo sobre la naturaleza del genio y la significación del trabajo creador.

2. La ciencia no le da el lugar que le corresponde a la fuerza eléctrica del alma, la cual aumenta constantemente su potencia. Unos pocos científicos, entre los más avanzados, comienzan a hacerlo. El próximo paso que debe dar la ciencia es el descubrimiento del alma, descubrimiento que revolucionará, aunque no negará, la mayoría de sus teorías.

 (c)  Definición del Alma

1. El alma, macrosómica y micro cósmica, universal y humana, es esa entidad que viene a la existencia cuando los aspectos espíritu y materia se relacionan mutuamente. Por lo tanto:

a.       El alma no es ni espíritu ni materia, sino que relaciona a ambos.

b.      El alma es la intermediaria de esta dualidad; constituye el principio medio, el vínculo entre Dios y Su forma.

c.       El alma es, por consiguiente, otro nombre para el principio crístico, ya sea en la naturaleza o en el hombre.

2. El alma es la fuerza atractiva del universo creado y (cuando actúa) mantiene todas las formas unidas de tal modo que, a través de ellas, la vida de Dios puede manifestarse o expresarse. En consecuencia:

a.       El alma es el aspecto constructor de formas y el factor atractivo de todas las formas del universo, del planeta, de los reinos de la natura­leza y del hombre (que reúne en sí todos los aspectos); trae la forma a la existencia; le permite desarrollarse y crecer a fin de albergar más adecuadamente la vida inmanente; impele adelante a todas las cria­turas de Dios en el sendero de la evolución, a través de un reino tras otro, hacia una meta final y una gloriosa consumación.

b.      El alma es la fuerza de la evolución misma y esto estaba presente en la mente de San Pablo cuando habló de “Cristo en vosotros, esperan­za es de gloria”.

3. El alma se manifiesta de diferentes maneras en los variados reinos de la naturaleza, pero su función es siempre la misma, ya se trate de un átomo de sustancia y del poder que posee para mantener su identidad y forma y llevar a cabo su correspondiente actividad, o una forma en cualesquiera de los tres reinos de la naturaleza, mantenida en coherencia, manifestando sus características, llevando su propia vida instintiva y trabajando en conjunto hacia algo más elevado y mejor. Por lo tanto, el alma:

a. Proporciona las marcadas características y las diversas manifestaciones de la forma.

b. Actúa sobre la materia, obligándola a asumir ciertos contornos, a responder a ciertas vibraciones y a construir esas formas fenoménicas específicas que en el mundo del plano físico reconocemos como mineral, vegetal, animal y humano; y para el iniciado también existen otras formas.

4. Las cualidades, vibraciones, colores y características de todos los reinos de la naturaleza, son cualidades del alma, como lo son los poderes latentes en determinada forma, que tratan de expresarse y demostrar potencialidad. Al terminar el período evolutivo, todas éstas revelarán la naturaleza de la vida divina y del alma del mundo, esa super alma que está revelando el carácter de Dios. Por lo tanto:

a. El alma, mediante estas cualidades y características, se manifiesta como consciente respuesta a la materia, pues las cualidades se producen por medio de la interacción de los pares de opuestos, espíritu y materia, y su mutuo efecto. Esta es la base de la conciencia.

b. El alma es el factor consciente en todas las formas, la fuente de esa percepción que registran todas las formas y esa respuesta a las condicio­nes grupales circundantes que demuestran las formas en todos los reinos de la naturaleza.

c. Se puede definir al alma como ese aspecto significativo en cada forma (creado por la unión de espíritu y materia) que siente, registra percepción, atrae y repele, responde o no, y mantiene a todas las formas en una constante actividad vibratoria.

d. El alma es el ente perceptor, producido por la unión Padre-Espí­ritu y Madre-Materia. Es lo que en el mundo vegetal, por ejemplo, responde a los rayos solares y provoca la apertura del capullo; en el reino animal permite al animal amar a su amo, cazar su presa y llevar su vida instintiva, y hace consciente al hombre de su medio ambiente y de su grupo, permitiéndole vivir su vida en los tres mundos de su evolución normal como espectador, perceptor y actor. Eventualmente lo capacita, en su oportunidad, para descubrir que su alma es dual, y una parte de sí mismo responde al alma animal y la otra reconoce a su alma divina. Sin embargo, en la actualidad, muchos no funcionan plenamente como puramente animales ni estrictamente divinos, pero pueden ser considerados como que son almas humanas.

...Al alma, por lo tanto, podría considerársela como sensibilidad unida y percepción relativa, de lo que está detrás de la forma de un planeta y de un sistema solar, los cuales constituyen la suma total de la formas, orgánicas o inorgánicas, según las diferencia el materialista. El alma, aunque constituye una gran totalidad, está sin embargo limitada en su expresión por la naturaleza y la cualidad de la forma en que reside y, en consecuencia, hay formas que responden y expresan altamente al alma y otras que - debido a su densidad y a la cualidad de los átomos que las componen - son incapaces de reconocer los aspectos superiores del alma o expresar algo más que su vibración, tono o color inferiores.

2. ¿Qué es el alma? ¿Podemos definirla? ¿Cuál es su naturaleza?

Expondré aquí sólo cuatro definiciones que servirán de base para todo lo demás.

A. El alma puede denominarse Hijo del Padre y de la Madre - Espíritu-Materia-, por lo tanto es la personificación de la vida de Dios, y encarna con el fin de revelar la cualidad de la naturaleza de Dios, el amor esencial. Esta vida al tomar forma nutre la cualidad del amor que existe dentro de todas las formas y, finalmente, revela el propósito de toda la creación.

B. El alma puede ser considerada como el principio inteligente, inteligen­cia cuyas características son la mente y la percepción mental, que a su vez se demuestran como el poder de analizar, discernir, separar, distinguir, elegir o rechazar, y todas las implicaciones que estos términos significan...

Trato de transmitir de diversas maneras, mediante el simbolismo de las palabras, la significación del alma. El alma es por lo tanto el Hijo de Dios, el producto de la unión entre espíritu y materia, la expresión de la mente de Dios, porque mente e intelecto son términos que expresan el principio cósmico de amor inteligente, amor que produce la apariencia a través de la mente y es el constructor de las formas separadas o apariencias. El alma mediante la cualidad de amor produce también la fusión de apariencia y cualidad, percepción y forma.

C. El alma es (y aquí las palabras limitan y deforman) una entidad de luz coloreada por una vibración especial de rayo, un centro de energía vibratoria que se halla dentro de la apariencia o forma, durante toda su vida de rayo. Es una vida entre los siete grupos de millones de vidas que en su totalidad constituyen la Vida Una. Debido a su naturaleza, el alma percibe o es consciente en tres direcciones: consciente de Dios, del grupo y de sí misma. Este aspecto de ser consciente de sí misma llega a fructificar en la apariencia fenoménica  de un ser humano; el aspecto conciencia grupal retiene el estado humano de conciencia, pero agrega a éste la percepción de su vida de rayo que va desarrollándose progresivamente; entonces su percepción es conscien­te del amor, de la cualidad y del espíritu que existe en sus relaciones; sólo es potencialmente consciente de Dios, y en ese desarrollo el alma encuentra su propio progreso en forma ascendente y externa, después que ha perfecciona­do su aspecto de ser consciente de sí misma y ha reconocido su percepción grupal.

D. El alma es el principio sensible que subsiste en toda manifestación externa, compenetra todas las formas y constituye la conciencia de Dios Mismo. Cuando el alma, sumergida en la sustancia, es simplemente sensibili­dad, agrega, mediante su interacción evolutiva, la cualidad y la capacidad de reaccionar a la vibración y al medio ambiente. Así se expresa el alma en los reinos subhumanos de la naturaleza.

Cuando el alma, expresión de sensibilidad y cualidad, agrega a éstas la capacidad de percibir al yo en forma desapegada, aparece esa entidad auto identificada que llamamos un ser humano.

Cuando el alma agrega a la sensibilidad, a la cualidad y a la autopercep­ción y a la conciencia grupal, tenemos entonces la identificación con el grupo de un rayo y aparece el discípulo, el iniciado y el maestro.

Cuando el alma agrega a la sensibilidad, a la cualidad, a la autopercepción y a la conciencia grupal, la conciencia del propósito sintético divino (denomi­nado el Plan), tenemos entonces ese estado de ser y conocimiento que caracteriza a todos los que están en el Sendero de Iniciación, incluyendo a esas Vidas graduadas desde el discípulo más avanzado hasta el Logos plane­tario mismo.

No olvidemos al hacer estas diferenciaciones que existe sin embargo una sola Alma, la cual funciona y actúa a través de vehículos de diversas capaci­dades y distintos refinamientos, con mayores y menores limitaciones, así como un hombre constituye una sola identidad que actúa a veces mediante un cuerpo físico y otras a través de un cuerpo sensorio, o de un cuerpo mental, y aun otras llega a conocerse como el Yo - acontecimiento raro y poco común aún para la mayoría.

(d) El Cristo Interno

1. Cuando la humanidad esté segura de su divinidad e inmortalidad y haya adquirido conocimiento sobre la naturaleza del alma y el reino en el cual funciona el alma, su actitud hacia la vida y los asuntos cotidianos sufrirán tal transformación que veremos surgir en verdad un nuevo cielo y una nueva tierra. Una vez que esta entidad central, dentro de cada forma humana, sea recono­cida y se conozca por lo que esencialmente es, y su divina persistencia sea establecida, entonces, lógicamente, veremos el comienzo del reinado de la Ley divina en la Tierra, ley impuesta sin fricciones ni rebeldías. Esta reacción benéfica se producirá debido a que los pensadores de la raza serán fusionados en una percepción general del alma y en la consiguiente conciencia grupal, que les permitirá ver el propósito que subyace detrás de la actuación de la ley.

Explicaré esto en forma más simple. En El Nuevo Testamento se dice que debemos procurar que la mente en Cristo se manifieste también en nosotros. Trabajamos para perfeccionar el reino del Cristo en la Tierra y aspiramos a desarrollar la conciencia crística y establecer el reino o la Ley crística, el amor. En la era acuariana esto fructificará y veremos el establecimiento de la hermandad en la Tierra. La regla crística consiste en dominar las fundamen­tales leyes espirituales. La mente crística es una frase que trasmite el concepto del reinado del divino amor inteligente que estimula el reinado del alma dentro de todas las formas y trae el reinado del espíritu. No es fácil expresar la naturaleza de la revelación que está en camino. Involucra el reconocimiento por parte de los hombres, de que la “sustancia mental”, como la denominan los hindúes, con la cual están relacionadas sus propias mentes y de la cual son parte integrante sus cuerpos mentales, es también parte de la mente del Cristo, el Cristo Cósmico, de Quien el Cristo histórico es el representante designado en nuestro planeta. Cuando los hombres hayan desarrollado por la meditación y el servicio grupal, la percepción de sus propias mentes controladas e iluminadas, hallarán que han entrado en la conciencia del verdadero ser y en un estado de conocimiento por el cual comprobarán, fuera de toda duda y controversia, la realidad de la existencia del alma.

El Misterio de las Edades está al borde de ser revelado, y a través de la revelación del alma, el misterio que está oculto será revelado. Las Escrituras del mundo, como ya sabemos, siempre han profetizado que al fin de la era se revelará lo que es secreto, y emergerá a la luz del día lo que hasta entonces estuvo oculto y velado. Nuestro presente ciclo es el fin de la era; los próximos doscientos años verán la abolición de la muerte, tal como ahora comprende­mos esa gran transición, y el establecimiento de la realidad de existencia del alma. El alma será conocida como un ente y como impulso motivador y centro espiritual que está detrás de las formas manifestadas. Dentro de pocas décadas serán corroboradas ciertas grandes creencias.

 2. El hombre individual y su alma también están tratando de unirse, y cuando esta unión se realice, el Cristo nacerá en la caverna del corazón y se verá cómo se acrecienta Su poder en la vida diaria.

3. Surgimiento a la manifestación del aspecto subjetivo en el hombre. Uno de los objetivos de la evolución consiste en que sea reconocida oportunamente la realidad subjetiva. Esto se puede expresar de varias maneras simbólicas, conteniendo todas el mismo hecho de la naturaleza:

El nacimiento del Cristo interno.

El brillo de la radiación interna o gloria.

La manifestación del segundo aspecto o aspecto amor.

La manifestación del Ángel Solar.

La aparición del Hijo de Dios, el Ego o Alma inmanente.

La plena expresión de budi a medida que utiliza a manas.

Cómo se produce este surgimiento a la manifestación, puede deducirse de las frases siguientes:

El refinamiento de los cuerpos, los cuales constituyen el cascarón o envoltura que oculta la realidad.

El proceso de “retirar los velos”, a fin de que uno por uno los cuerpos que velan al Yo lleguen a ser trasparentes, permitiendo a la naturaleza divina brillar plenamente.

La expansión de conciencia, lograda por la capacidad del Yo para identificarse como el Observador, con su verdadera naturaleza, sin con­siderarse a sí mismo como el órgano de percepción. 

(e)        El Cuerpo Etérico, el Símbolo del Alma

El gran símbolo del alma en el hombre es su cuerpo etérico o vital, por las Siguientes razones:

1.      Constituye la analogía física del cuerpo interno de luz, llamado el cuerpo del alma, el cuerpo espiritual. Se lo denomina el “cuenco dorado”, en la Biblia, y se caracteriza por:

a.       Su cualidad de luz.

b.      Su grado de vibración, que se sincroniza siempre con el desarro­llo del alma.

c.       Su fuerza coherente, vinculando y conectando cada parte de la estructura corpórea.

2.      Es la micro cósmica “trama de vida”, pues subyace en cada parte de la estructura física, y tiene tres propósitos:

a.       Llevar por todo el cuerpo el principio vital, la energía que produce actividad, efectuándolo por medio de la sangre, siendo el punto focal de esta distribución el corazón. Es el portador de la vitalidad física.

b.      Permitir al alma humana y hombre espiritual, ponerse en armo­nía con su medio ambiente. Esto se lleva a cabo por intermedio del entero sistema nervioso, y el punto focal de esta actividad es el cerebro, asiento de la receptividad consciente.

 

c.       Producir oportunamente, por medio de la vida y la conciencia, una radiante actividad o manifestación de gloria, que hará de cada ser humano un centro activo para distribuir luz y energía atractiva a otros, en el reino humano, y a través de éste, a los reinos subhumanos. Esto constituye parte del Plan del Logos planetario, cuya finalidad es vitalizar y renovar la vibración de esas formas que designamos subhumanas.

3.      Este símbolo micro cósmico del alma no sólo es la base de toda la estructura física, símbolo del ánima mundi o alma del mundo, sino que es indivisible, coherente y una entidad unificada, y simboliza así la unidad y homogeneidad de Dios. No existen organismos separados en él, sino simplemente un cuerpo de fuerza que fluye libremente...

4.      Este coherente y unificado cuerpo de luz y energía es el símbolo del alma porque contiene dentro de sí siete puntos focales...

5.      Si recordamos que el cuerpo etérico vincula al cuerpo estrictamente físico o denso, con el cuerpo puramente sutil, el astral o emocional, entonces el símbolo también se aplica aquí. En esto vemos el reflejo del alma en el hombre, que vincula a los tres mundos (correspondien­tes a los aspectos sólidos, líquido y gaseoso, del cuerpo estrictamente físico del hombre) con los planos superiores del sistema solar, vinculando así el plano mental con el búdico y la mente con los estados de conciencia intuitivos. 

(f) Emergencia y Progreso del Alma

1. La vida en el corazón del sistema solar produce un desarrollo evolutivo de las energías de ese universo, que el hombre finito aun no puede imaginar. Análogamente el centro de energía denominado aspecto espiritual del hom­bre (mediante la utilización de la materia o sustancia), produce el desarrollo evolutivo de aquello que denominamos alma, y es lo más elevado de las manifestaciones de la forma - el reino humano. El hombre es el producto más elevado de la existencia en los tres mundos. Quiero significar por hombre, el hombre espiritual, un Hijo de Dios en encarnación. Las formas de todos los reinos de la naturaleza - humano, animal, vegetal y mineral - contribuyen a esa manifestación. La energía del tercer aspecto de la divinidad tiende a la revelación del alma o segundo aspecto, que a su vez revela el aspecto más elevado. 

Debe recordarse que La Doctrina Secreta, de H. P. Blavatsky, expresa con exactitud esta idea, en las siguientes palabras: “Consideremos la vida como la única forma de existencia, manifestándose en lo que llamamos materia, o que separándolas incorrectamente, denominamos espíritu, alma y materia, en el hombre. Materia es el vehículo para la manifestación del alma en este plano de existencia, y el alma es el vehículo, en un plano más elevado, para la manifestación del espíritu; los tres son una trinidad sintetizada por la vida que los compenetra”.

 El alma se desarrolla mediante el empleo de la materia, y llega a su culminación en el alma del hombre.

2. Por este método de creación las existencias vienen a la manifestación, participan de un ciclo particular de experiencias, efímero como la vida de una mariposa o relativamente permanente como la vida animadora de una deidad planetaria, y luego desaparece. Los dos aspectos implicados, espíritu y materia, son puestos en íntima armonía y ejercen un esfuerzo recíproco. Si la denominada materia es energetizada o “elevada”, en el sentido oculto del término, por su contacto con el espíritu, al espíritu le es permitido a su vez elevar sus vibraciones mediante su experiencia en la materia. La fusión de estos dos aspectos divinos tiene como resultado el surgimiento de un tercero que llamamos alma, y a través del alma el espíritu desarrolla la sensibilidad, la percepción y la capacidad consciente de responder, que constituye su posesión permanente cuando, eventual y cíclicamente, se ha producido la disociación de ambos.

3. Las tres grandes divisiones que marcan el progreso del alma hacia su objetivo. Por el proceso de la individualización, el alma llega a una verdadera autoconciencia y percepción en los tres mundos de la experiencia; el actor en el drama de la vida domina su parte. Por el proceso de la Iniciación, el alma llega a ser consciente de la naturaleza esencial de la divinidad. La participa­ción plenamente consciente con el grupo y la absorción de lo personal e individual en el todo, caracterizan esta etapa en el sendero de evolución. Por último llega ese misterioso proceso en que el alma es absorbida de tal manera en la Realidad y la Síntesis supremas, mediante la Identificación, que hasta la misma conciencia del grupo se desvanece (excepto cuando se recupera premeditadamente al servir). Entonces no se conoce nada más que la Deidad --no existen separaciones entre las partes ni síntesis menores y tampoco divisiones o diferenciaciones. Podría decirse que durante estos procesos tres corrientes de energía actúan sobre la conciencia del hombre que va desper­tando:

a.       La energía de la materia misma, al afectar la conciencia del hombre espiritual interno que emplea la forma como medio de expresión.

b.      La energía del alma misma o ángel solar, a medida que se vierte sobre los vehículos y produce una energía recíproca en la forma solar.

c.       La energía de la vida misma, frase sin sentido y que sólo los iniciados de la tercera iniciación pueden captar, pues aún los descubrimientos de la ciencia moderna no dan una idea real de la verdadera naturaleza de la vida.

4. Tal es el programa para la humanidad en lo que respecta al desarrollo de la conciencia humana. En último análisis, todo el énfasis del proceso evolutivo se pone en el desarrollo de la consciente e inteligente percepción de la vida que anima las diversas formas. El estado exacto de la percepción depende de la edad del alma. Sin embargo el alma no tiene edad desde el punto de vista del tiempo, tal como la humanidad lo entiende. Es inmortal y eterna. 

Ante el alma pasa el caleidoscopio de los sentidos y el drama de la existencia fenoménica externa; pero a través de todos estos acontecimientos que suceden en tiempo y espacio, el alma siempre mantiene la actitud del Espectador y del Observador que percibe, observa e interpreta. En las primeras etapas, cuando la “conciencia lemuriana” caracteriza al hombre fenoménico, el aspecto fragmentario del alma, que mora en la forma y la anima e implanta en el hombre cualquier conciencia verdaderamente humana que pueda poseer, se halla inerte, incipiente y desorganizada; no posee mentali­dad, tal como la comprendemos, y sólo se caracteriza por la identificación total con la forma física y sus actividades. Este es un período de lentas reacciones tamásicas al sufrimiento, a la alegría, al dolor, al anhelo, a la satisfacción del deseo y a la intensa ansiedad subconsciente de progresar. 

En el transcurso de las vidas se acrecienta en forma lenta la capacidad de identi­ficarse conscientemente y aumenta el deseo de un mayor campo de satisfac­ciones; el alma que mora y anima, se oculta más profundamente, y es prisionera de la naturaleza forma. Todas las fuerzas de la vida se concentran en el cuerpo físico y, en consecuencia, los deseos  que se expresan son de orden físico; hay también una acrecentada tendencia a tener deseos más sutiles como los que evoca el cuerpo astral. Gradualmente la identificación del alma con la forma se transfiere desde la forma física a la astral. Hasta allí no hay nada que pueda denominarse personalidad. Existe sólo un cuerpo físico viviente y activo, con sus deseos, necesidades y apetitos, conjuntamente con la trasfe­rencia lenta, pero constante, de un cambio de la conciencia, del vehículo físico al astral.

Con el tiempo, cuando esta trasferencia ha sido llevada a cabo con éxito, la conciencia no se identifica totalmente con el vehículo físico, sino que se centraliza en el cuerpo astral-emocional. Entonces el foco de atención del alma, actuando a través del hombre que evoluciona lentamente, reside en el mundo de deseos y el alma se identifica con otro mecanismo de respuesta, el cuerpo de deseo o astral. Su conciencia se convierte entonces en “conciencia atlante”. Sus deseos no son ya tan vagos ni incipientes, pues hasta ahora sólo concernían a las necesidades y apetitos fundamentales -primero, el instinto de autoconservación; segundo, la propia perpetuación por el anhelo de reproducirse y, en último lugar, la satisfacción de las necesidades económicas. 

En esta etapa tenemos el estado de percepción del niño y del salvaje. Sin embargo, en forma gradual, se va produciendo una creciente comprensión interna del deseo y se pone menos énfasis en las satisfacciones físicas. La conciencia empieza a res­ponder con lentitud al impacto de la mente y al poder de discriminar y elegir entre varios deseos; entonces comienza a capacitarse para emplear el tiempo en forma algo más inteligente. Empieza a sentir placeres más sutiles; los deseos son menos burdos y físicos; aparece el deseo por lo bello y un tenue sentido de los valores estéticos. Su conciencia se hace más astral-mental o kama-manásica y la tendencia de sus actividades diarias o modos de vivir y su carácter, tienden a expandirse, desarrollarse y mejorarse. Aunque todavía sigue dominado, durante la mayor parte del tiempo, por deseos irracionales, el campo de sus satisfacciones y deseos sensorios es menos animal y más definidamente emocional. Comienza a darse cuenta de sus estados de ánimo y sentimientos; lo invade un vago deseo de hallar la paz y el ansia de encontrar ese algo nebuloso llamado felicidad, factores que empiezan a desempeñar su parte. Esto corresponde al período de la adoles­cencia y al estado de conciencia denominado atlante, lo cual constituye la condición de las masas en los tiempos actuales. La mayoría de los seres humanos continúa siendo atlantes, puramente emocionales en sus reacciones y en su acercamiento a la vida. Están aún regidos predominantemente por deseos egoístas y por los impulsos instintivos de la vida. Nuestra humanidad terrestre sigue estando en la etapa atlante, mientras que los intelectuales, los discípulos y los aspirantes del mundo, van superando rápidamente esta etapa, pues han logrado la individualización en la cadena lunar, y fueron los atlantes del pasado...

Las personas más evolucionadas del mundo poseen un cuerpo mental activo, y esto sucede en gran escala en nuestra civilización occidental.. La energía del rayo al cual pertenece el cuerpo mental comienza a afluir y se va afirmando lentamente. Cuando esto sucede, la naturaleza de deseos es con­trolada y, en consecuencia, la naturaleza física puede llegar a ser un instru­mento más definido de los impulsos mentales. La conciencia del cerebro comienza a organizarse y el foco de las energías a transferirse gradualmente desde los centros inferiores a los superiores. El género humano está actual­mente desarrollando la “conciencia ariana” y alcanzando la madurez. En las personas más evolucionadas tenemos también la integración de la personali­dad y el control definido del rayo de la personalidad, con el consiguiente aferramiento sintético y coherente de los tres cuerpos fusionados en una unidad activa. Luego la personalidad se convierte en instrumento del alma.

(g) El Ángel de la Presencia

1. Se dice que los “pensamientos son cosas” y producen resultados tangibles. También que “como un hombre piensa en su corazón así es él” y, en consecuencia, estas manifestaciones tangibles del pensamiento producen definidamente efectos en él. Estas antiguas verdades contienen mucha instrucción, gran luz y comprensión   Usted, como alma en encarnación, se da cuenta conscientemente -  subjetiva y a menudo débilmente presentido - de su Yo real, el Ángel Solar, el Ángel de la Presencia. Su problema es profundizar este conocimiento y saber que usted es el Ángel que perma­nece entre usted, el hombre físico y la Presencia. Podría dilucidarse la cuestión si consideráramos brevemente qué representa en realidad la palabra Presencia.

El místico es siempre consciente de la dualidad; el hombre inferior y el alma inmanente; el cansado discípulo y el Ángel; el pequeño yo y el Yo real; la expresión de la vida humana y la vida espiritual. Muchas otras cualidades representan la misma expresión de la realidad. Pero detrás de ellas aparece - inmanente, estupendo y glorioso - aquello de lo cual estas dualidades no son más que aspectos: la Presencia inmanente aunque trascendente de la Deidad. Todas las dualidades son absorbidas en la naturaleza de este Uno, y las distinciones y diferencias pierden sus significados.

Cuando le digo que desarrolle la conciencia de la Presencia significa que ahora es, ante todo, parcialmente consciente del Ángel y puede empezar a responder, nebulosa y débilmente, a ese gran Todo que subyace en el mundo subjetivo del ser, ya que este mundo subyace en el mundo físico tangible de la vida diaria.

El conocimiento de que todo el planeta está fuera de la habitación donde usted reflexiona sobre mis palabras, separado sólo por la ventana y la exten­sión de su percepción consciente, constituye el símbolo de lo antedicho. El universo externo del planeta, el sistema solar y los cielos estrellados, los ve a través del panel de vidrio cuando se halla limpio y no está empañado, pero actúa como barrera para la visión cuando está sucio o velado. Esto y su capacidad de proyectarse en la inmensidad del universo, rige la extensión de su conocimiento en cualquier momento dado. Reflexione sobre ello hermano mío, y a través de la ventana de la mente, vea esa luz que revela al Ángel que, a su vez, vela y oculta la grandiosa Deidad desconocida, aunque viva y vibrante.

2. Todo ser humano es, en realidad, un vértice en miniatura en el gran océano del Ser, en el cual vive y se mueve - en incesante movimiento hasta que el alma “exhale su aliento sobre las aguas” (o fuerzas) y el Ángel de la Presencia descienda dentro del vórtice. Entonces todo se aquieta. Las aguas agitadas por el ritmo de la vida, y más tarde encrespadas violenta­mente por el descenso del Ángel, responden al poder curador del Ángel y se trasforman “en una tranquila charca donde las pequeñas unidades pueden entrar y hallar la curación que ellas necesitan”. Así reza El Antiguo Comentario.

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