HIPNOTISMO O M AGIA NEGRA?


 

Material compilado únicamente para las Adicciones sin fines de Lucro.

Envenenamiento Mental
por
D r. H. S p e n c e r L e w i s .

 

¿HIPNOTISMO O M AGIA NEGRA?

LA MUERTE osa que terminó con las vidas de muchos de los exploradores que tomaron parte en los trabajos de excavación de la tumba del Rey Tut, gradualmente despertó en el mundo entero gran interés en la antiquísima creencia de la magia negra y los anatemas mágicos. El aumento del número de individuos que periódicamente fueron así cayendo víctimas, aparentemente, de los “secretos anatemas de las tumbas” ha servido para intensificar el interés general en este asunto, hasta que hoy en nuestros días, una gran parte del mundo civilizado está en la creencia que el' misterio que rodea a esas muertes ha sido deliberadamente velado por la ciencia y por la religión, y por las fábulas hábilmente inventadas, inconsistentes y contradictorias de aquellos que saben más acerca de esto, de lo que profesan saber; mientras que una gran mayoría de la gente inculta mueve significativamente la cabera como indicación de su familiaridad con el asunto para no arriesgarse a incomodar a los demonios invisibles emitiendo atrevidos comentarios.

 Mientras que escritores de fondo en periódicos dominicales y en revistas más o menos bombásticas sobre exageran las tradiciones históricas y bien anotadas referencias a tales poderes mágicos, e intentan amedrentar a los incautos con extrañas amonestaciones, las ideas de muchos prominentes científicos y caudillos espirituales o educadores religiosos, de hacernos creer que esas fantásticas y repentinas muertes, presentan solamente una sucesión  coincidencias sin conexión alguna con la tumba del Rey Tut, son sin embargo inefectivas para mitigar el creciente interés en las posibilidades del poder mágico y sus consecuencias.

 No obstante, algunos de los más avanzados expertos en psicología menta! nos dicen que si acaso hubo alguna conexión entre las extrañas enfermedades que causaron la muerte repentina a cada uno de los exploradores, y la extracción de los restos del Faraón y de sus misteriosos y sacros contenidos, esa conexión fue únicamente mental y consistió en una forma de sugestión hipnótica por medio de la cual la víctima creó dentro de su propio ser la rara enfermedad de la que murió, aterrorizado aun por lo que en su imaginación creía un castigo inevitable por su complicidad en la violación de una antigua ley Egipcia.

 De este modo se hace actualmente un impulso para trasladar el misterio de la categoría moderna de fenómenos hipnóticos o psicológicos, como si con ello se redujera el asunto a una explicación inmediatamente aceptable y factible, sin lugar a dudas. Si la muerte de esos exploradores se debió a una sugestión hipnótica creada en la mente de ellos mismos, como resultado del primero y segundo incidentes en la cadena extraña de su misteriosa desaparición, la causa de las repetidas manifestaciones hasta llegar a veintidós o más, estaría completamente dentro del período de los tiempos modernos. En otras palabras, si una sugestión hipnótica acompañada con el temor fuera la verdadera explicación de las muertes acaecidas, la causa tendría su principio no más tarde de la ocurrencia de la segunda, o posiblemente a la tercera de esas muertes repentinas e inexplicables.

 Podríamos aun admitir que la causa psicológica tuvo su origen en seguida después de la primera de' función, pero ciertamente no podemos trazar esta causa psicológica a ningún otro incidente o hecho anterior a la misteriosa desaparición de la primera víctima del proceso. Mas el hecho sorprendente que aún permanece impenetrable en tal teoría, es que el círculo fantástico de muertes misteriosas fue precisamente la realización de un anatema profético, proferido y grabado en la tumba del Rey Tut hace treinta y un siglos.

 Las cuestión es: ¿Qué forma desconocida de magia pudo mantener un anatema a través de los tiempos y producir psicológicamente sus resultados fisiológicos en los tiempos modernos? ¿Hipnotismo o magia negra? ¿Nigromancia o Ley Kármica? ¿Qué habrá en esto que la ciencia no explica y que la mente mediocre no alcanza a comprender, sino es miedo?

 Otra muy plausible explicación aunque cierta mente confusa, se presenta en la sugestión de que algún veneno químico, de materia real y tangible fue puesto en la tumba sellada del Rey Tut, y deliberadamente esparcido sobre cada artículo dentro de la misma y en cada pulgada de sus muros, y que cada uno de los exploradores, excavadores, e inspectores que entrara a la tumba y tocaba los artículos funerarios allí existentes, contraían físicamente el veneno, absorbiéndolo inmediatamente en su sistema y que una vez infectado dicho veneno producía uniformes resultados a cada una de las víctimas o veintidós personas que fueron víctimas de tan extraña y repentina muerte.

 La mente ingenua se apodera en seguida de esta última explicación por ser no solamente simple o sencilla y exenta de los elementos de lo sobre' natural sino que parece, sin duda alguna, correcta. Más la mente analítica descubriría pronto la falsedad de esa teoría. En primer lugar, expertos a quienes se les ha consultado y que han hecho el más minucioso examen químico ‘analítico hasta del polvo hallado sobre cada objeto, grandes y pequeños, aun existentes dentro de la tumba, en sus muros y aun sobre parte de los sarcófagos, han fracasado en descubrir veneno alguno. Y respondiendo a la pregunta de si algún antiguo veneno desconocido pudiese haber permanecido oculto en las minúsculas substancias examinadas por medio del microscopio, los expertos toxicólogos y patologistas declaran que no hay veneno conocido por ellos que pueda conservar su virtud y potencia a través de tantos siglos, o que pueda ser tan fácilmente absorbido por el sistema con solo el contacto casual de las cosas de la tumba, efectuado por aquellos que no hicieron más que fotografiar o tomar medidas de tales objetos, y que sin embargo, sucumbieron víctimas de tan extraña enfermedad.

Otro error muy notable, no obstante, indica que la teoría precedente del envenenamiento químico, es inaceptable. Es el hecho de que aunque todos los excavadores, investigadores, fotógrafos, artistas, observadores, asociados y testigos entraron a la tumba del Rey T ut prácticamente a la misma hora del mismo día, y tuvieron contacto con los objetos dentro de la bóveda ese mismo día, y terminaron sus operaciones en la tumba el mismo día, no todos los veintidós fueron atacados por la enfermedad el mismo día, ni fallecieron aproximadamente el mismo día. Solo que, uno por uno, con muchos días, semanas y meses de por medio, fueron doblegándose a la extraña malaria, que les causó la muerte inesperada. No todos manifestaron los mismos síntomas excepto en clasificación general; no todos tuvieron idénticamente las mismas condiciones patológicas o fisiológicas, ni tampoco sufrieron del mismo modo. Pero eso sí, cada uno demostró precisamente la misma actitud mental e incontrolable temor y premoción desde el primer momento de inhabilidad.

 Y además de una condición histérica y miedo cerval acompañado de horribles premociones, aparecieron visiones idénticas, alucinaciones y condiciones psíquicas altamente ilusorias. ¿Qué clase de veneno orgánico o inorgánico pudo ser compuesto hace tres mil cien años y ser esparcido en una tumba de modo que insidiosamente afectará e inoculara a seres humanos sanos y normales en pocos segundos en un mismo día y produjera las mismas condiciones físicas y mentales en diferentes tipos de individuos, acompañadas de una clase indefinida de impresiones psíquicas y premociones, resultando al fin en anormalidades físicas incurables que producen la muerte horrible, de una a una, con un período de tiempo indefinido entre una y otra defunción? Por ser esta última pregunta tan compleja e incontestable por la ciencia moderna, es que la idea de la teoría del envenenamiento físico-químico debe de desecharse.

 Si en seguida, recurrimos a los psiquiatritas y expertos en problemas psicológicas y metafísicos y les hacemos la mismos pregunta, recibiremos esta sorprendente respuesta: “No existe más que un veneno insidioso que pudo ser inventado hace tres mil cien años o más, y que puede causar los horripilantes efectos que hemos mencionado, y éste es el envenenamiento mental."

 A través de loe tiempos, el envenenamiento mental, ya sea en una u otra forma, ha esclavizado a millones de seres humanos y torturado las almas de hombres y mujeres en todos los climas y condiciones. El envenenamiento mental ha sido el arma de combate de las primeras y más primitivas de las creaturas humanas. Ha sido el instrumento de tortura y muerte, insidioso, invisible, en manos * de sabios e ignorantes, de ricos y pobres, de altos y bajos, aun de los que fingen de beatos y de santos.

 Ha sido el “medio hacia un fin" en manos de potentados y gobernantes de mente perversa, de médicos y magos, sacerdotes y clérigos, de caballea ros de industria, de extorsionistas y amigos falsos. Ha sido el emblema de poderío de aquellos que se proclaman como* caudillos de las reformas sociales, y de los estafadores organizados.

 Es en fin la insignia sutil y diabólica de millones de hombres y mujeres que bien pueden o no estar al corriente de su fuerza y potencia aniquiladora. Y—todos nosotros, de día en día, y hora tras hora, en cada estación de la vida, en todas las circunstancias venimos a ser las probables víctimas de este azote de la humanidad, a menos que comprendamos su naturaleza y reconozcamos inmediatamente su infecciosa inoculación para hacer uso del único antídoto conocido que reacciona sobre el mal y nos libra de sus efectos.

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