Psicología Esotérica I. Los rayos y el hombre


Recopilación exclusivamente sin fines de lucro para las Adicciones.
Maestro Djwhal Khul
Alice A. Bailey
Psicología Esotérica I.

Los rayos y el hombre

INTRODUCCIÓN

 HE TRATADO ya uno de los problemas fundamentales que enfrenta hoy la raza. Intercalé mis comentarios sobre el tema del sexo como broche final de nuestro estudio de los rayos en conexión con el reino animal.

El hombre es una entidad viviente, un consciente hijo de Dios (un alma) que ocupa un cuerpo animal. Esto es lo importante. Por lo tanto constituye un eslabón, que está lejos de ser el eslabón perdido. Unifica en sí mismo los resultados del proceso evolutivo tal como ha sido llevado a cabo durante épocas pasadas, y debido a esto puede poner en contacto un nuevo factor, el aspecto individual del conocimiento y sostenimiento de sí mismo. La presencia de este factor y aspecto es lo que diferencia al hombre del animal. Este aspecto produce en la humanidad la conciencia de la inmortalidad, la autopercepción y la auto centralización, lo cual hace que el hombre sea a imagen de Dios. Dicho poder innato y oculto proporciona al hombre la capacidad de sufrir, que ningún animal posee, y también lo capacita para cosechar los frutos de su experiencia en el reino del intelecto. Esta misma capacidad en embrión, está latente en el reino animal y en el dominio de los instintos. Tal propiedad peculiar de la humanidad le confiere el poder de percibir los ideales, registrar la belleza, reaccionar voluptuosamente a la música y gozar del color y la armonía. Ese algo divino convierte al género humano en el hijo pródigo, seducido por la vida mundana, las posesiones y la experiencia y por el poder de ese atrayente centro u hogar, del cual originó.

El hombre se encuentra a mitad del camino entre el cielo y la tierra, con sus pies hundidos en el lodo de la vida material y la cabeza en el cielo. En la mayoría de los casos cierra sus ojos y no ve la belleza de la visión celestial, o los abre y los fija en el lodo y el limo que cubre sus pies. Pero cuando abre sus ojos y los  eleva por un breve instante, ve el mundo de la realidad y de los valores espirituales, entonces comienza la vida turbulenta y azarosa del aspirante.

La humanidad es el custodio del misterio oculto, y la dificultad consiste en que lo que el hombre oculta al mundo también se le oculta a él. Por eso ignora la maravilla de eso que contiene y nutre. La humanidad es la caja del tesoro de Dios (el gran secreto masónico), porque sólo en el reino humano, como señalaron hace tiempo los esotéricos, se encuentran juntas y en pleno florecimiento las tres cualidades divinas. En el hombre, Dios el Padre ha ocultado el secreto de la vida; en el hombre, Dios el Hijo ha ocultado los tesoros de la sabiduría y el amor; en el hombre, Dios el Espíritu Santo ha implantado el misterio de la manifestación. Únicamente la humanidad puede revelar la naturaleza de la Deidad y de la vida eterna. Al hombre se le ha otorgado el privilegio de revelar la naturaleza de la conciencia divina, y poner ante los ojos de los hijos de Dios (reunidos en cónclave antes de la disolución) lo que permanece oculto en la Mente de Dios. De allí el mandato (observado en las palabras del gran Instructor cristiano) de que debemos poseer "la mente de Cristo", mente que debe morar en nosotros y revelarse en la raza humana cada vez con mayor plenitud. Al hombre se le ha confiado la tarea de elevar la materia al cielo y de glorificar correctamente la vida de la forma mediante la manifestación consciente de los poderes divinos.

Explicar adecuadamente el maravilloso destino del reino humano está más allá de mi poder o de la capacidad de cualquier pluma humana, no importa cuán grande sea la realización del hombre y su respuesta a la belleza del mundo de Dios; la divinidad tiene que ser vivida, expresada y manifestada para poder ser comprendida. Dios tiene que ser amado, conocido y revelado dentro del corazón y el cerebro humanos, para poder ser captado intelectualmente.

La Jerarquía de místicos y de los que conocen y aman a Dios, expresan hoy esta verdad revelada en los planos mentales y emocionales. Pero ha llegado el momento en que la manifestación de esta realidad puede, por primera vez y en verdad, expresarse en el plano físico en forma grupal y organizada, en vez de hacerlo por intermedio de unos cuantos inspirados hijos de Dios, que en épocas pasadas encarnaron como garantía de futuras posibilidades. La Jerarquía de Ángeles y Santos, de Maestros, Rishis e Iniciados, ahora puede empezar a organizarse en forma material en la Tierra, porque hoy la idea grupal está ganando terreno rápidamente y la naturaleza de la humanidad está siendo mejor comprendida. Puede verse que la Iglesia del Cristo, hasta ahora invisible y militante, se materializa lentamente y se convierte en la Iglesia visible y triunfante.

Ésta es la gloria de la futura era acuariana, de la próxima revelación del ciclo evolutivo y de la tarea del futuro inmediato. El drama real de esta triple relación (de la cual, como hemos visto, el sexo físico es sólo el símbolo) será representado, en gran escala> en la vida del aspirante moderno durante los próximos cincuenta años. Lo que simbólicamente se denomina "el nacimiento del Cristo" o segundo nacimiento, tendrá lugar en muchas vidas y habrá nacido en la tierra un numeroso grupo de seres espirituales, formado por quienes han unido conscientemente y dentro de sí mismo los dos aspectos, alma y cuerpo, consumando así el "matrimonio místico". Este conjunto de acontecimientos individuales producirá una análoga actividad grupal, y veremos el surgimiento "del cuerpo manifestado de Cristo" en el plano físico y la aparición de la Jerarquía. Esto es lo que está sucediendo ahora, y cuanto vemos hoy a nuestro alrededor en el mundo son sólo dolores del parto que preceden al gloriosa nacimiento.

Estamos hoy en el proceso de esta culminación. De allí la dificultad y el sufrimiento evidentes en la vida del verdadero discípulo quien -habiendo incorporado en sí mismo, simbólicamente, los dos aspectos padre-madre, espíritu-materia, y habiendo nutrido al niño Cristo durante el período de gestación- da ahora a luz al Cristo niño en el establo y en el pesebre del mundo. En la entera consumación de esta realización general el grupo también lo logrará y el Cristo aparecerá nuevamente en la Tierra, encarnando esta vez en los muchos, y no en una personalidad. Sin embargo, cada miembro del grupo es un Cristo en manifestación; todos juntos presentan el Cristo al mundo y constituyen un canal para la fuerza y vida cristicas.

Realmente vamos de gloria en gloria. La pasada gloria de la individualización debe desaparecer en la gloria de la iniciación. La gloria de la autoconciencia que surge lentamente debe perderse de vista ante la maravilla de la conciencia grupal de la raza, y hoy los más destacados pensadores y trabajadores lo desean ardientemente. La gloria que brilla tenuemente y la imperceptible luz que parpadea en la forma humana deben ser reemplazadas por la radiación de la gloria del evolucionado hijo de Dios. Sólo se requiere efectuar un pequeño esfuerzo y demostrar el poder de resistencia, que capacitará a quienes están experimentando en el plano físico para evidenciar la luz radiante y establecer en la tierra una gran usina de luz que iluminará todo el pensar humano. En el transcurso de las épocas siempre han habido aislados portadores de luz. Dentro de poco tiempo tendremos al grupo portador de luz. Entonces el resto de la familia humana (que aún no responde al impulso erístico) progresará más fácilmente hacia el sendero de probación. El trabajo todavía será lento y resta mucho por hacer; pero si todos los aspirantes y discípulos que trabajan en el mundo subordinan sus intereses personales a la tarea inmediata, tendremos lo que gráficamente podría describirse como la inauguración de una gran estación de luz en la Tierra y la fundación de una gran usina de poder que acelerara grandemente la evolución y la elevación de la humanidad y el desarrollo de la conciencia humana.

En los círculos esotéricos se habla demasiado y se dicen muchas tonterías respecto al rayo a que pertenece un hombre. La gente se entusiasma estúpidamente cuando se le dice cuál es su rayo, así como cuando se le dice qué eran ellos en encarnaciones pasadas. La "nueva enseñanza sobre los rayos" compite en interés con la astrología. Al igual que los atenienses, los hombres siempre buscan lo novedoso y lo extraño, y olvidan que toda nueva verdad y cada nueva presentación de una antigua verdad lleva consigo una acrecentada responsabilidad. Sin embargo, resulta interesante trazar paralelos, pues es evidente para el concienzudo estudiante que las nuevas enseñanzas sobre los rayos han llegado a él justamente cuando la ciencia anuncia que no existe ni se conoce nada más que energía y que todas las formas se componen de unidades de energía y son, en sí mismas, expresiones de fuerza. Nava es el término aplicado a una fuerza o a un determinado tipo de energía que pone de relieve la cualidad que exhibe esa fuerza, y no el aspecto forma que ella, crea. Ésta es la verdadera definición de un rayo.

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